Harry Potter y las Reliquias de la Muerte Parte 2: Las despedidas son una amarga dulzura
Siempre hay un problema con leer un libro antes de ver una película: muy difícil que el cineasta pueda superar tu imaginación. Yo en serio deseé no haber leído Harry Potter y las Reliquias de la Muerte antes de ver las películas, pues el director David Yates y el guionista Steve Kloves llegaron muy cerca de capturar la emoción que sentí al leer ese libro, y hacer emocionantes las partes que medio arrastraban. Pero al saber en muchas ocasiones qué iba a suceder, mi reacción, que con el libro fue “¡COÑO!”, con la película fue “Ok, eso estuvo bien “.
Si ustedes no han visto las anteriores, se jodieron: esta película arranca de una de donde quedó la primera parte, en la playa donde Harry (Daniel Radcliffe), Hermione (Emma Watson) y Ron (Rupert Grint) han escapado del palacio de la familia Malfoy junto con el comerciante de varitas Olivander (John Hurt) y el duende Griphook (Warwick Davis). Ante la tristeza de la pérdida de un leal amigo, Harry se sacude el dolor como puede y se encamina a seguir la misión de encontrar los Horrocruces, los objetos que contienen pedazos del alma de su archienemigo, el mago oscuro Voldemort (Ralph Fiennes), quien ha tomado el Ministerio de Magia y el colegio para magos de Hogwarts, poniendo a Severus Snape (Alan Rickman) como director, luego de la muerte de ALbus Dumbledore (Michael Gambon).
Y una de las horrocruces se encuentra en el lugar más seguro del mundo: la bóveda de la terrible Bellatrix Lestrange (Helena Bonham Carter) en el banco Gringotts. Al mismo tiempo, Harry debe lidiar con el hallazgo de las tres Reliquias de la Muerte para enfrentarse a Voldemort en una batalla final. Facilito, pues.
Antes que nada, debo aclarar algo que se puede malinterpretar de mi párrafo inicial: esta es una muy película, muy bien hecha y debidamente emocionante en los lugares clave. Está bien actuada, bien iluminada, excelentemente dirigida y tiene efectos especiales que pondrían en pena a cualquier otra película que haya salido este año (Linterna Verde, tiembla). Fiel a los libros, hay pocos momentos de ligereza; esta es una historia dura, adulta y oscura, aún más que La Orden del Fénix (la quinta), que creo que ha sido la más adulta del grupo. Los paralelismos con los horrores de la guerra, los males de la ambición y hasta el fascismo están por todas partes, dándole oportunidad a Yates de usar su experiencia en dramas televisivos de la BBC de crear una escena de guerra en una película supuestamente para chamos (ese bombardeo a Hogwarts fue absolutamente increíble).
Esta es la película donde Alan Rickman puede demostrar que su personaje de Snape es mucho más que un inquietante traidor, pero explicar eso constituye un masivo spoiler para las diez personas que no han leído el libro, así que diré simplemente que es una actuación magnífica, al igual que la de Maggie Smith como la profesora MacGonagall. Helena Bonham Carter logra una genial imitación de Emma Watson cuando Hermione se transforma en Bellatrix que demuestra que esta mujer nació para actuar y necesita un rol que le dé un Oscar pronto, y es muy bueno ver (aunque no reconocer) al excelente actor irlandés Ciaran Hinds tener una muy breve aparición como Abberforth Dumbledore, uniéndose a un largo elenco de brillantes intérpretes que tuvieron pequeños papeles a lo largo de la saga. Y al fin Ralph Fiennes puede desatarse con todo para interpretar a Voldemort como el máximo villano, aún más exageradamente que cuando hizo a Amon Göethe en La Lista de Schindler; se nota que se divirtió bastante en el papel. Pero la verdadera sorpresa viene de Matthew Lewis, quien hace de Neville Longbottom, quien pasó de ser un torpe dientón a un verdadero “bad-ass” en esta. Da casi envidia ver a un chamo superar la adolescencia tan decentemente, y dar una actuación más que convincente. (¡Spin-off, quizá? Rowling, llámame, tengo ideas.)
En cuanto a los tres líderes, no sólo fue tierno verlos convertirse en adultos, sino crecer como actores. Watson es la única que me parece que necesita más trabajo; me parece que lo hizo mucho mejor en El Príncipe Mestizo (la sexta), y en serio la mayor parte del tiempo no había demasiadas emociones en su cara; pero hay la promesa que tiene buenos años de trabajo por delante. Rupert Grint es el que se nota que ha estado actuando desde niño, pues ha logrado demostrar tener rango en toda la serie. Daniel Radcliffe, por su parte, sí se quitará el estigma de ser Harry Potter en algún momento de su vida; a partir de la tercera película parece haberse tomado la responsabilidad de ser el niño mago con seriedad y aplomo.
Lo que de verdad me echó a perder la película fue el epílogo, que los que leyeron el libro saben de qué va. ¿Ni un esfuercito en maquillaje? También esperaba ver más de Draco Malfoy (Tom Felton), luego de tan buen trabajo en Príncipe. Y creo que eso resume mi opinión de Reliquias 2.0: yo esperaba tanto luego de leer los libros y ser auténtico fanático de la serie de libros que esperaba algo aún más épico de lo que ofrecí en pantalla. ¿Será que vi que batallas con varitas no es tan genial como peleas con sables láser? Quién sabe. Lo cierto es que Reliquias mantiene la calidad de las otras películas (sin superar la de El Prisionero de Azkabán, que sigue siendo mi favorita) y es una buena despedida a una saga de diez años que se merece muchos de los buenos sentimientos que ha despertado. Vamos a ver que la cosa llamada Twilight pueda hacer algo siquiera parecido.
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Hearts of Darkness, por Orson Welles. Eventualmente, la novela por Joseph Konrad no sólo fue hecha, sino que se convirtió en uno de los más grandiosos clásicos bélicos, Apocalypse Now. Pero me pongo a pensar cómo el genio del cine que se llamó Orson Welles la hubiera podido filmar como él lo quería: contada desde un punto de vista subjetivo del capitán Marlow. Habían tantas técnicas innovadoras que el presupuesto para la película sobrepasó lo estipulado con creces y se debió abandonar, dejando que Welles escogiera
La Conjura de los Necios, por Harold Ramis y David Gordon Green. Para los que no lo saben, la madre del autor John Kennedy Toole encontró el manuscrito de
Blood Meridian, por Terrence Malick. Cormac McCarthy ha visto dos de sus más exitosos libros adaptados al cine: No Country for Old Men, que le valió Oscars a sus directores, los hermanos Coen, y a Javier Bardem por su papel de Anton Chigurh, y The Road, dirigida por John Hillcoat y protagonizada por Viggo Mortensen y Cody Smith-McPhee. Pero su novela debut, Blood Meridian, ha sido un reto de filmar. La historia de un chico que se une a un grupo de forajidos en la frontera entre Estados Unidos y Méjico y el juez que lo persigue ha sido interés de varios, incluso de
The Stand, por George Romero. Esta es la que más dolor me da que no se haya dado. En 1982, mi autor favorito colaboró con el director de Night of the Living Dead para la antología de terror Creepshow, y siempre lo hicieron con la intención de atraer la atención de los estudios y conseguir el dinero para adaptar la que aún es considerada la magnum opus de King, su historia sobre una terrible epidemia que prácticamente mató a toda la población mundial y el aún peor mal que los supervivientes deben enfrentar después. King trató de escribir el guión él mismo, pero eventualmente le pasó el trabajo a Rospo Pallenberg (Excalibur) que sacó un monstruo que habría durado tres horas. Todo estaba listo, y Warner se echó para atrás. Aún en aquel entonces, hacer una película de terror de tres horas clase “C” asusta a los estudios (miren a Guillermo del Toro parir para adaptar At The Mountains of Madness, por H.P. Lovecraft). Eventualmente The Stand sí fue adaptada en los 90, en una miniserie de cinco horas, pero que a nadie satisfizo por la eliminación de sus aspectos más perturbadores, por aquello de que estaba hecha para televisión abierta. Esperemos que
Dune, por Alejandro Jodorowsky. Duna es quizá la novela de ciencia ficción más compleja y filosófica que se haya hecho que ya vio una adaptación –críticamente ignorada—por David Lynch. Antes de eso, sin embargo, el visionario chileno Alejandro Jodorowsky trató de adaptar la obra de Frank Herbert que, de acuerdo con el propio autor, tenía un guión “del tamaño de un directorio telefónico”. Jodorowsky había contratado gente de la talla de Salvador Dalí, HR Geiger (quien diseño la famosa criatura de Alien), Orson Welles, Geraldine Chaplin, Mick Jagger y David Carradine, con Pink Floyd contratados para la banda sonora. Iba a ser una épica de 10 horas, y se llegó tan lejos como gastar dos millones de dólares en la preproducción. Obviamente no se llegó a hacer, pues el financiamiento francés se acabó rápidamente, Pronto se estrenará un documental sobre el intento; pueden ver un video
El Hombre que Mató a Don Quijote, por Terry Gilliam. El director más salado del mundo ha intentado varias veces de adaptar la gran obra de Miguel de Cervantes (mezclada con sátira moderna) tantas veces que todos hemos perdido la cuenta. Un protagonista herido, mal tiempo sin cesar y problemas para filmar sucedieron sólo en la primera semana del proyecto. Todo está en un documental llamado Lost in La Mancha de 2002, que fue seguido por intentos de Gilliam de resucitar su sueño. En 2009 logró tener a Robert Duvall y Ewan MacGregor como Don Quijote y Sancho Panza, pero justo un mes y medio antes que arrancara el proyecto, se le acabó el dinero. Gilliam no está listo para darse por vencido aún –y considerando todos los problemas que ha tenido en, bueno, todas sus películas, no sorprende—y este proyecto sigue tratando de despertarse.
Fletch Won, por Kevin Smith. Los 80 eran el universo de Chevy Chase, en especial cuando interpretó al periodista investigador Irwin Fletcher en 1985 en Fletch. Hubo una secuela en 1989, Fletch Lives, que no fue tan exitosa y no estaba basada en ninguna de las seis novelas sobre el personaje creado por Gregory McDonald. Unos años después, Miramax adquirió los derechos de Warner Brothers y le asignaron a Kevin Smith la tarea de dirigir una nueva versión, una tarea que el creador de Clerks, Chasing Amy y Dogma aceptó con gusto, pues cita a los libros de Fletch como la forma en que aprendió a escribir diálogo. Claro, ahí vinieron los problemas: el primer encuentro entre Smith y Chase terminó un tanto incómodamente (cero peleas, muchos malentendidos; Smith lo cuenta
Catcher In The Rye, por… Jerry Lewis. Si son fanáticos de la literatura estadounidense, han escuchado hablar de Guardián en el Centeno, un libro de 1951 que se hizo tristemente famoso por ser el que Mark David Chapman estaba leyendo cuando mató a John Lennon. Pero ya era famoso por ser la más conocida de las novelas del recluso auto J.D. Salinger, quien nunca aceptó una entrevista y por siempre rehusó conceder permiso de filmar Catcher luego de la mala experiencia con la adaptación de su cuento “Uncle Wiggly in Connecticut” (My Foolish Heart de 1949). La lista de directores (Terrence Malick, Billy Wilder, Elia Kazan), productores (Sam Goldwyn, Harvey Weinstein) y actores (Jack NIcholson, Leonardo di Caprio, Marlon Brando) que han tratado de adaptarlo sin éxito es impresionante, con una sola excepción: Jerry Lewis, quien peleó por tanto dirigir y protagonizar una versión en lso años 70 –lo que habría sido absolutamente absurdo, dado que Holden Caufield, el protagonista de Catcher, tiene 17, y Lewis estaba por cumplir 54. ¿Majomenos?








