Alatriste: Grande, elegante y Dios qué larga

martes, octubre 30, 2007 | 1 críticas y comentarios »


No pude determinar a ciencia cierta si Diego Alatriste y Tenorio fue un personaje verdadero o no. Lo que sí sé es que ra un soldado veterano de las guerras de Flandes, a finales del siglo XVI, quien a su retorno del conflicto se convierte en una espada a sueldo, protagonista de la serie de novelas Las aventuras del capitán Alatriste, publicadas entre 1996 y 2006 (con tres más planificadas) de la pluma de Arturo Pérez-Reverte. La película Alatriste, estrenada como parte del Festival de Cine Español aquí en Caracas, parece tomada de todas las novelas de Pérez-Reverte.

Por lo que he oído, las novelas son muy fieles a los personajes y eventos de la época, con algunos personajes muy verdaderos como el poeta Francisco de Quevedo, el conde de Olivares y el rey Felipe IV. Tal elegancia está muy bien traducida en la película, ya que por todos lados se ve que es la más cara en la historia del cine español (costó 24 millones de euros). Y lo que más llamaría la atención es que es protagonizada por un gringo: Viggo Mortensen, el ya famoso Aragorn de la saga de El Señor de los Anillos.

No debe sorprender que Mortensen esté en una película hispanoparlante, si lo conocemos: el hombre habla español fluidamente, si acaso con marcado acento argentino por el tiempo que vivió en el sur (hasta por Venezuela pasó, según dijo en una que otra entrevista). Es uno de esos actores que ha escogido una diversidad de roles desde que Aragorn lo hizo la estrella que tanto merecía ser (mi opinión, claro). Su papel aquí en Alatriste es de esos grandiosos, fuerte a todo dar, pero humano como pocos. Pero les digo algo, luego de casi tres horas de oírlo en un exagerado acento madrileño, donde rara vez sube la voz por encima de un susurro, como que prefiero oírlo increpando orcos y enamorando a Liv Tyler que increpando el cuestionamiento moral de la madre de un espadachín enemigo.

Yo estoy convencido de que si hubiera visto esta película en una sala con menos aire acondicionado, sin la terrible alergia que tenía y habiendo dormido completo la noche anterior, al hubiera disfrutado muchísimo más. Es entretenida en muchas ocasiones, interesante desde un punto de vista histórico, y todas las actuaciones son magníficas, aunque ya se sabe que Mortensen puede hacer de noble de corazón (si no de bolsillo) con los ojos cerrados. De no ser por el extraño acento que usa en la cinta, quizá hubiera sido aún más convincente.

Son historias de las cinco primeras novelas de Pérez-Reverte que se usan en el guión, de modo que llega un momento en que pareciera que se brinca de una película a otra, lo que me hace pensar que quizá hubiera sido mejor una miniserie en vez de una película tan larga. Uno se entera que está pasando el tiempo, y no sólo porque Íñigo de Balboa, el protegido de Alatriste, pasa de niño a hombre joven en la película. ¿Mi consejo? Esperen a que salga en video, para que la disfruten con calma.


Historia en pantalla: ¿bueno o malo?

domingo, octubre 21, 2007 | 3 críticas y comentarios »

Johnny, un amigo y antiguo compañero de trabajo, recientemente me envió un artículo titulado La historia en imágenes/la historia en palabras, del historiador Robert Rosenstone, sobre la posibilidad de traducir con precisión los eventos históricos al lenguaje cinematográfico, bien sea ficción o documental. Rosenstone debería saberlo bien, pues dos de sus libros fueron la base para películas: una fue Reds (1981), producida, dirigida y protagonizada por Warren Beatty, que narra la historia de John Reed, un periodista norteamericano que se unió a la Revolución Rusa; y la otra fue un documental llamado The Good Fight (1984), sobre la Brigada Abraham Lincoln, el grupo de voluntarios norteamericanos que pelearon en la Guerra Civil de España.

Reds, como muchos cinéfilos saben, es una pieza de la historia cinematográfica en sí, recibiendo 12 nominaciones al Oscar, además de ser hasta ahora la última película que ha recibido nominaciones para los cuatro actores principales y secundarios (Warren Beatty y Diane Keaton como principales, Jack Nicholson y Maureen Stapleton --la única que ganó-- como secundarios). Como narrador de la historia, sin embargo, tiene varios errores fácticos, desde el hecho de que hay un Golden Retriever de mascota en Nueva York, quince años antes de que la raza fuera importada de Estados Unidos, hasta el hecho de que Reed hace un viaje de París a Petrogrado en 1917 cuando eso era imposible.

Esto es una de tantas cosas que le preocupan tanto a Rosenstone como a Johnny (estudiante de Historia de la UCV). Estamos en una época de imágenes en movimiento, donde el cine y la televisión (e Internet) se han convertido en los principales medios para transmitir el conocimiento, a diferencia de hace varios años en que la palabra escrita era la dominante. Y claro, los libros no guardan el mismo atractivo para un público masivo, pues obligan a pensar, imaginarse, y dedicar mucho más que las dos o tres horas que puede durar una película. El problema, o uno de ellos, según Rosenstone, es que una película, por más que respete el material original, es un reflejo de la interpretación tanto del autor como del cineasta en sí, lo que limita el debate que es tan importante para el avance de la comprensión del hecho, además de enfocarse en una figura en particular y de narrarlo todo linealmente, de principio a fin, sin considerar todas las sub-historias que puedan yacer debajo. En otros casos, se toman libertades descaradas, ignorando un hecho vital para presentar la historia de una forma más atractiva.

La película que hizo que mi amigo me enviara el artículo fue la reciente 300, sobre la Batalla de las Termópilas de espartanos contra persas. Como ya conté anteriormente, como película de acción es absolutamente brillante, pero presenta a los guerreros espartanos de una forma un poco menos que precisa. ¿Luchando por la libertad y la esclavitud? Será la suya, argumentaba Johnny. Cierto, hasta un punto. Los espartanos tenían la costumbre de siempre llevar consigo a un esclavo llamado ilota, que fungía como escudero en el campo de batalla, o se dedicaba a las labores domésticas, para que su amo se pudiera dedicar más al arte de la guerra. ¿Y Jerjes, representado por un gigante aficionado al body-piercing? Tenía una larga barba y era de tamaño normal.

Imprecisiones como estas abundan en el mundo del cine (al final les voy a mencionar otras), pero también el otro lado es malo. Precisamente en mi crítica a 300 hago mención de la película Luther (2005) sobre la vida del fundador del protestantismo, Martín Lutero, que recién ahora llega a cartelera venezolana a pesar de que tiene al menos un año en Blockbuster e incluso hace dos semanas vi parte de ella en televisión por The Film Zone. Esta es una historia muy precisa sobre la vida del religioso y de la época –tanto que muchos críticos la llamaron aburrida y pretenciosa (a mí lo poco que vi me gustó, así que yo le daría una oportunidad), y fue un fracaso en taquilla.

Yo puedo entender los dos puntos de vista. En un mundo que se está volviendo cada vez más superficial en conocimientos, donde cada vez más los chamos creen que pueden evitar leer un libro, no es buena idea tomarse demasiadas licencias creativas con un hecho histórico, pues reflejar demasiado la visión propia de un autor puede dar como resultado una visión muy sesgada de los hechos. (Supongo que es por eso que quizá sean mis nietos los que podrán ver una película precisa sobre los hechos del 11 de abril de 2002, si acaso no mis bisnietos.)

Pero uno va al cine a ser entretenido, no tanto a ser educado. Si las dos cosas ocurren juntas, bienvenido sea. ¿Para qué arriesgarme a ver una parte de la historia que a lo mejor no la captura por completo, si tengo toda una biblioteca —real y virtual— a mi disposición?

Yo veo toda esta eterna polémica como una inspiración para que los padres y maestros animen a sus hijos y alumnos a investigar más sobre los hechos que ven en el cine. Que les alimenten su curiosidad. ¿De verdad 300 espartanos pudieron detener a casi un millón? Vamos a averiguarlo juntos, hijo. ¿Cómo un estadounidense se dejó seducir por una revolución comunista? No sé, habrá que leerlo. ¿Miranda de verdad fue así de mujeriego, profesor? Si hemos de creer en su bibliografía, absolutamente.

Rosenstone muy correctamente dice que los problemas que puedan encontrarse en las películas están atados a las características del lenguaje en sí, la imposibilidad de llevar ciertos conceptos a un elemento visual. Y además, hay que recordar que el séptimo arte es, también, un negocio. Se puede exigir que haya respeto por la historia, y de hecho hay muchos que lo hacen, pero no siempre es posible. La verdadera solución, en la opinión de un solo bloguero, es educar más a las masas, y hacerlo desde temprano. Que se vaya al cine para tener una idea, y que después agarremos los libros para confirmarlo.

Pero como ya dije antes, eso no impide que en el cine sigan cometiéndose enormes gaffes por tomarse las benditas “libertades artísticas”. Algunas notables:

  • Braveheart (1995) es una mis películas favoritas, y fue tanto un enorme éxito de taquilla como un elogio para la crítica, tanto que ganó el Oscar a la Mejor Película y al Mejor Director para Mel Gibson en 1996. Pero para los historiadores, especialmente para los orgullosos historiadores escoceses, además de tener varias pequeñas imprecisiones (la pintura azul de los guerreros ya estaba obsoleta; la Reina de Inglaterra estaba en su adolescencia para la época de Wallace; el rey Eduardo III muere tres años después de Wallace), comete un sacrilegio imperdonable: la Batalla de Stirling, donde William Wallace le da al ejército inglés su primera derrota, es en la realidad la Batalla del Puente de Stirling. El ejército escocés usó el puente de Stirling para dividir y acorralar a los ingleses y masacrarlos ahí. Durante el rodaje, uno de los locales le preguntó a Gibson que por qué le eliminó el puente, que era la clave para la victoria de los escoceses, de la batalla de Stirling. Gibson respondió, un poco apenado: “Porque el puente estaba en el camino.” El hombre se rió y dijo: “Ajá. Eso es lo que los ingleses pensaron.”
  • Pocahontas (1995) fue una de las últimas películas animadas tradicionalmente de Disney, y narra el primer encuentro entre los ingleses y los nativos americanos, además de narrar la historia de amor entre la princesa pawnee Pocahontas y el capitán inglés John Smith. (Esta historia también es recreada en A Brave New World, con Colin Farrell.) Pero la verdad es que, mientras que en la película John y Pocahontas aparecen como jóvenes de veintitantos, la india tendría unos 14 años cuando conoció a Smith, de 43.
  • Gladiador (2000) está tan llena de errores históricos que es una suerte que haya mucha gente que no le para a eso. Por ejemplo, Cómodo, el personaje de Joaquin Phoenix, no mató a su padre Marco Aurelio. Peor aún, era muy querido en el Senado romano y fue emperador por 13 años en vez de ser el sádico niño-hombre con labio leporino que rigió los cortos meses antes que Russel Crowe lo encontrara. (OJO: Puedo arruinar un final si no han visto la película.) Y sí, era aficionado a pelear como un gladiador, pero no murió en la arena, sino estrangulado en el baño por otro luchador.
  • En Apocalypto (2006), los mayas son visto como salvajes primitivos que le ofrecían sacrificios al dios Kukulcán, cuando jamás la Serpiente Emplumada pedía sacrificios. De hecho, los asesinatos rituales de seres humanos eran más raros de lo que se piensa en la cultura maya, que de hecho es mucho más civilizada de lo que se retrata en la película.
  • Las historias de dinosaurios junto con seres humanos es eterna, a pesar de que ningún hombre que no fuera Dios habría podido ver científicamente a un dinosaurio, pues éstos se extinguieron más de 65 millones de años antes que los primeros homínidos. Y sin embargo, eso no impidió varias películas con cavernícolas peleando con tiranosaurios, como One Million Years B.C. (1966), con Rachel Welch y su famoso bikini de pieles
  • Hablando de dinosaurios, Steven Spielberg se tomó una licencia artística con Jurassic Park (1993) que luego fue oportunamente salvada: los famosos Velociraptor son muchos más grandes que el animal verdadero (en la película son del tamaño de un hombre o mayores, mientras que el verdadero era del tamaño de un pavo) para hacerlos aún más temibles. Pero casualmente mientras la película se filmaba, un grupo de paleontólogos encontró en Utah, Estados Unidos, un dinosaurio parecido a un Velociraptor pero del tamaño de los de la película, por lo que lo bautizaron Utahraptor spielbergi, o “cazador de Utah de Spielberg”. No discutan con Dios, hijos.

Bourne: Ultimatum: ¡Qué montaña rusa!

miércoles, octubre 17, 2007 | Comments

Cuando las luces se prendieron luego de ver Bourne: Ultimatum, la tercera luego de The Bourne Identity (2002) y The Bourne Supremacy (2004), estaba agotado, feliz y triste. Me sentí como cuando me bajé de la atracción del Hombre Araña en Universal Studios hace muchos años: mis emociones habían llegado al pico, me había divertido como nada, y no sabía cuánto tiempo pasaría antes de pasar por algo así.

Claro, películas de acción donde hay disparos, conspiraciones gubernamentales y persecuciones espectaculares son infinitas, y habrán más en años por venir. Pero las películas de la trilogía Bourne han tenido un éxito callado aunque indiscutibe porque hacen algo que las otras no hacen: demuestran un héroe humano, con fallas, trágico, sin llegar a los extremos del Jack Bauer en 24.

Matt Damon no sufrirá la suerte de Roger Moore, quien será recordado más que nada por ser el segundo James Bond de la historia, pero no se puede negar que el papel le ha quedado a la perfección. De hecho, la elección de películas de Damon ha sido interesante en los últimos años; son un auténtico sancocho, desde dramas políticos como Syriana y El Buen Pastor hasta comedias como Stuck On You de los hermanos Farrelly, pasando, claro, por todas las Ocean's Eleven.

Pero Jason Bourne, personaje inventado por el novelista Robert Ludlum, es la piel con la que Damon se ha sentido más cómodo en los últimos años, pues interpreta al amnésico espía con una elegancia, intensidad y convicción digna de un joven Sean Connery. En esta última entrega --es triste, pero ya Damon anunció que no volvería a interpretar a Bourne--, el agente amnésico se siente más cerca de descubrir sobre su pasado, y hay mucha gente en el gobierno que quiere evitarlo.

La diferencia con las otras dos es que aquí hay un conflicto entre las dos cabezas de la CIA que están tras él: uno, Noah Vosen (David Strathairn) lo quiere muerto y enterrado antes de que descubra sus oscuros esqueletos en el clóset; y otra, Pam Landy (Joan Allen), quien después de tres películas ha aprendido a respetar a Bourne pero igualmente lo quiere capturado. El tango entre estos dos es a veces tan emocionante como cualqueir escena de persecución. Con toda la autoridad que Strathairn suelta hasta por los poros, es Allen quien se luce en cada escena, un papel que ya puede hacer con los ojos cerrados (ver The Contender).

Ahora la CIA no se anda con uentos, y cuando descubren que un periodista inglés está haciendo una serie de reportajes sobre Jason Bourne empieza mandar matones de verdad verdad a por él. Destacable (por razones obvias y no tan obvias) es el compatriota Edgar Ramírez (admito que sentí mucho orgullo ver que ahora el hombre tiene hasta una página en The Internet Movie Database). No les niego, fue como emocionante ver a un compatriota en una película tan grande. Su personaje es Paz, uno de los asesinos de la CIA enviado detrás de Bourne, y su mirada de hielo queda muy bien para su papel --frío, distante y calculador. Tiene una sola línea de diálogo pero es una escena bien crucial, se lo aseguro. (El director Pete Travis también lo contrató para una película que se estrena en febrero llamada Vantage Point, con Forest Whitaker, William Hurt, Matthew Fox y Sigourney Weaver. Más nada.)

Sobre el director, Paul Greengrass, he descubierto que está en ese grupo de directores que tiene algo que lo distingue a leguas, que pone mucha exigencia en los actores. Brian de Palma tiene largas tomas únicas de casi diez minutos; Jonathan Demme tiene muchas escenas en que hay un closeup con la cámara de frente al actor; M. Night Shyamalan tiene la costumbre de simplemente mostrar a dos actores en una escena casi estáticos. Greengrass se ha distinguido en el arte de la cámara de mano, algo que es especialmente efectivo en escenas de pelea o persecución, que les da un ritmo único. Yo estaba literalmente engrinchado en el asiento.

La trilogía Bourne cae en el grupo de "coas buenas caen de a tres". Tiene la curiosidad que todas son igual de buenas (quizá la primera sería la que podríamos dejar, por ser la única basada en el libro en sí), y son ciertamente hechas a la medida de los fanáticos de las películas de acción e intriga política. Vayan a verla, manque sea para apoyar al pana Ramírez.

Fracture: interesante... ¿verdad?

lunes, octubre 01, 2007 | 2 críticas y comentarios »


Hay un puñado de actores que garantizan, si no una buena película, un buen trabajo. Anthony Hopkins es una de esas leyendas del cine que ciertamente atraen un determinado público que aún recuerda su gusto por el chianti y las arvejas. Y se puede maneja sin ningún problema entre la comedia (ver The Road to Wellville, con Matthew Broderick) al drama (¿Conoces a Joe Black?) a la aventura (La Máscara del Zorro) a Hannibal Lecter.

En Fracture (no quiero llamarla por su nombre en español), interpreta al millonario Ted Crawford, quien ha descubierto que su esposa tiene un amante, y monta un elaborado plan para vengarse y además salir ileso. Todo empieza cuando le dispara a su esposa y espera a que su amante --un policía-- llegue a la escena. El día de su audiencia, ve que el caso se le facilitará porque el fiscal es Willy Beachum (Ryan Gosling), ambicioso abogado que está a punto de ascender al tope de su carrera, sin saber que Crawford está a punto de manipularlo como un títere.

Hopkins es un nominado al Oscar cuatro veces y ganador precisamente por El Silencio de los Inocentes. De modo que podemos esperar algo magistral, sobre todo cómo Crawford pasa de hacerse el pendejo a realmente meter miedo. Gosling fue nominado al Oscar el año pasado en Half Nelson, algo sorprendente pues el chamo era el típico "niño bonito" del cine, (¿alguien vio The Notebook?)y su actuación en Half Nelson como un profesor con problemas de drogas le está abriendo nuevas puertas, por lo visto. Aquí también sufre una buena metamorfosis, de arrogante y confiado a viviendo su infierno personal.

Es una historia derecha sin pretensiones; esta no va a convertirse en un clásico. Pero ciertamente el guión está bien escrito, con sorpresas agradables y un buen desarrollo de personajes. El elenco secundario lo hace bien, aunque David Strathairn es mucho mejor actor como para estar desperdiciado en tan pocas escenas como el Fiscal de Distrito. Pero uno no vino aquí a ver el escenario. No, aquí vinimos a ver el juego entre Ted y Willy, a ver quién jode al otro primero. Si acaso, Crawford obligó a Willy a echarse una buena mirada en el espejo y revisarse. Si quieren unas buenas dos horas libres de aburrimiento, ésta es una buena opción.

Mientras tanto, en Internet...

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