Plasma de Miércoles E45: Ciudadano Kane (1941)

miércoles, diciembre 02, 2009 |

citizen-kane En cada lista, en cada reseña, en cada escalera hay una película que es hablada como un dios. Los cinéfilos la disectan como un ejemplar taxidérmico, los historiadores la reverencian como los Rollos del Mar Muerto. Y nos ha dado, más que una frase histórica, una palabra histórica: “Rosebud”. ¿Se merece una sola película tanta alabanza, tanta reverencia? Yo creo que sí. Si es Ciudadano Kane, pueden jurarlo que sí.

Desde que el Instituto Americano de Cine ha recopilado las mejores 100 películas de la historia, la ópera prima de un brillante joven locutor de radio llamado Orson Welles ha consistentemente salido al tope. Fue la única vez que Welles tuvo el más absoluto control sobre una película suya, fungiendo como escritor, director, productor y protagonista, y lo siento, pero esta es sin duda, de cabo a rabo, la obra de un genio.

Si leyeron mi reseña de There Will be Blood, yo la comparé frecuentemente con esta película, dado el paralelismo entre ambos protagonistas, su historia de surgimiento de la pobreza al poder por el dinero. La diferencia, aparte de los casi 70 años entre una y otra, es que mientras que el Daniel Plainview de Daniel Day-Lewis es un hombre de petróleo, frío y falsamente encantador hasta el final, el Charles Foster Kane de Welles es un hombre de medios, quien empieza auténticamente preocupado por atender al público, que lentamente va consumido por ansias de poder. Aunque Welles lo negó hasta el final, la versión oficial entre los críticos es que esta es la vida del magnate de los medios William Randolph Hearst, al punto que éste intentó (y hasta cierto punto logró) detener la distribución de esta película. No se le puede culpar, pues nadie quiere ver su deshumanización en pantalla, sin importar que al final, de cierta forma, queda redimido.

La película inicia con Charles Foster Kane (Welles) muriendo, y justo antes de fallecer, emite una extraña última palabra: “Rosebud” (capullo de rosa). Durante el resto de la película, un grupo de reporteros, dirigido por Jerry Thompson (William Alland), busca averiguar qué quiso decir con esa críptica palabra. Entrevistan a su antiguo amigo Jed Leland (Joseph Cotten) y su ex esposa Susan Alexander (Dorothy Comingore), para tratar de descubrir quién fue el hombre que decidió construir una ciudadela llamada Xanadú, para él y su esposa, rodeado de animales y lujos, pero sin ninguna felicidad aparente, quien se lanzó para gobernador en el tope de su popularidad y aún así perdió, quien en un momento prácticamente controlaba toda la información que circulaba en Estados Unidos, y murió sólo con sus enfermeras de compañía. Vaya una oda al capitalismo.

Quizá a primera vista no se vea inmediatamente cuál es el atractivo, pero a medida que los detalles empiezan a surgir, empezamos a ver lo bien hecha que está. Primero, es contado principalmente por flashbacks, desde que el niño Kane es enviado por su madre (una debutante Agnes Moorhead) a que la cuide un rico banquero (George Coulouris) para alejarlo de un hogar abusivo hasta su solitaria muerte. Luego, usa cada técnica cinematográfica que se inventó en el momento con gran precisión, como el uso de enfoque profundo, donde cada plano está completamente enfocado (lo normal es que los objetos del fondo estén desenfocados), o la forma en que comprime el tiempo, donde los actores cambiaban vestuario y maquillaje para demostrar el paso del tiempo.

Lo más asombroso para mí es que Welles, aún cumpliendo funciones de director, co-guionista (con Herman J. Mankiewicz) y productor, aún logre una actuación tan brillante. Esta fue la única película donde tuvo el más absoluto control, y es triste que alguien que tuvo una carrera tan brillante haya terminado como la voz de Omicron en la película de los Transformers (la animada). Aunque el maquillaje es increíblemente convincente, uno olvida también por la actuación que este es un joven de 26 años. Welles convincentemente interpreta a Kane en su adolescencia, a los 40 y como un anciano, con fuerza y pasión. Kane había empezado su fundación como asistencia social, y así Welles lo muestra: un hombre preocupado por el bienestar de la sociedad en la que está y decidido a complacer. La pícara sonrisa de Welles ayuda a esta ilusión, y es especialmente doloroso verlo perder todo --sin culpa de más nadie sino la suya.

Esta es una de esas películas que debe ser manejada con reverencia, casi tanto como Casablanca. Quizá no tenga el ritmo rápido que tienen las películas actuales, lo que la hace un poco aburrida para generaciones actuales, pero sin duda es un logro técnico, cinematográfico y de narración. Quizá no haya sido todo un logro en taquilla, pero los años la han redimido. Todo cinéfilo debe verla aunque sea una vez, aunque sea para saber cuál es toda la alharaca. Siempre lo recodaremos, señor Welles.

NOTAS CURIOSAS

  • William Randolph Hearst estuvo tan enfurecido por esta película que trató por todos los medios impedir su estreno. Trató de que la productora quemara los negativos, ordenó a todos los periódicos que estaban a su cargo que no la mencionaran, acusó a Orson Welles de comunista (un crimen muy serio en la post-guerra) e incluso se dice que metió a una mujer desnuda en la habitación de hotel de Welles que debía saltar a sus brazos con una tropa de fotógrafos en la entrada para tratar de arruinarlo. Por suerte, Welles fue informado de la situación y no fue a su habitación. Sin embargo, nunca se supo si en verdad hubo una mujer en esa habitación.
  • El veto de los periódicos de la cadena Hearst de la película fue tal que no fue sino hasta los años 70 que el crítico del Los Angeles Examiner la reseñó al final.
  • Randolph Hearst, hijo de William Randolph Hearst, finalmente declaró en 1985 que le había gustado mucho la película y Welles podría visitar la propiedad de su padre cuando quisiera a cuenta suya. Welles murió ese mismo año.
  • Welles insistió en que no era la biografía de una sola persona, sino un compuesto de varias personas que él conoció. En efecto, hay algunos elementos que corresponden a la vida del magnate de los servicios públicos y trenes Samuel Insull.
  • Cuando unos amigos le preguntaron cómo se sabrían las últimas palabras de Charles Foster Kane si éste había muerto solo, Welles supuestamente se les quedó mirando mucho tiempo antes de decir, "Nunca se les ocurra comentar esto con nadie".
  • Al final Hearst tuvo su deseo: los negativos originales de Ciudadano Kane se perdieron en un incendio en los años 70.
  • Esto lo aprendí escuchando los comentarios por el crítico Roger Ebert en el DVD: en la escena en que los padres de Kane y el señor Thatcher (quien sería su guardián legal) caminan de la sala a la cocina y se sientan en una mesa, si se fijan en el sombrero que hay en ella, pueden verlo temblar un instante y aquietarse. Esto es porque la cámara se movió a través de la mesa para lograr la toma; la mesa se abría, la cámara pasaba, la mesa se cerraba, Agnes Moorehead se sentaba, y toma lograda.
  • Orson Welles en efecto estuvo solo el día del estreno de la película en San Francisco con William Randolph Hearst en un ascensor. Su padre y Hearst eran amigos, así que Welles le extendió una invitación al magnate a la premiere. Hearst la rechazó, y justo cuando estaba saliendo del ascensor, Welles le dijo: "Charles Foster Kane habría aceptado la invitación".

Mientras tanto, en Internet...

Creative Commons License
El Cine Tuyo, Mío y Vuestro by Juan Carlo Rodríguez is licensed under a Creative Commons Atribución-Sin Obras Derivadas 3.0 Unported License.
Based on a work at jaycersworld.blogspot.com.
Permissions beyond the scope of this license may be available at http://jaycersworld.blogspot.com. Clicky Web Analytics