Up In The Air: ¿Te peso?

lunes, febrero 01, 2010 |

up_in_the_air_xlg Aunque no lo crean, yo lamento un poquito la carrera de Jason Reitman. Para no vivir bajo la sombra de su padre Ivan Reitman, el director de, entre otras, Ghostbusters, el chamo trató de hacer trabajos minoritarios hasta que logró hacer su primer largometraje, con todo el aplauso de la crítica, que fue Thank You For Smoking. Después tuvo un monstruoso éxito de taquilla y su primera nominación al Oscar con Juno; aún los que se dedican a odiarla lo hacen más por el guión de Diablo Cody que por él.

Hasta ahora seguro pensarán, “coño, ¿y qué hay para lamentar de la vida de este pana?” A eso voy. Resulta que Reitman lleva de tres, tres, ahora que nos trae Up In The Air (con el detestable título en español Amor Sin Escalas), que aunque no creo que pueda decirse que es un trabajo más “maduro”, muestra que el joven director está avanzando a muy buen paso por su carrera, sin desviarse mucho de su estilo y consiguiendo excelentes actuaciones de su elenco. Entonces, si lleva de tres tres, si este pana llega a caer, si llega a sacar una película mala, va a doler y va a doler MUCHO. Pero bueno, supongo que eso aún está lejos en el horizonte. Hablemos de ésta, que está basada en un bestseller de 2001 escrita por Walter Kirn.

decenteRyan Bingham (George Clooney) es un hombre que ha pasado 98% de su vida viajando por todo Estados Unidos (no es un número inventado) en su trabajo como agente de remoción (sí, de verdad existe ese trabajo). Básicamente, un jefe que no se atreve a despedir a alguien por temor a su reacción llama a alguien como Ryan para que haga la despedida por él. Ryan es bueno en su trabajo, y eso lo ha mantenido sin muchas conexiones emocionales a lo largo de su vida; hasta da conferencias alentando la falta de compromisos. Y le encanta viajar: considera los aeropuertos su hogar. Se considera afortunado de encontrar un alma gemela, Alex (Vera Farmiga), que como él, parece que no quiere ninguna relación permanente. Además, Ryan tiene un sueño: llegar a 16 millones de kilómetros viajados. No porque pretenda ir a ninguna parte, sino porque quiere llegar allí.

Las cosas empiezan a cambiar cuando su jefe Craig Gregory (Jason Bateman) le anuncia que ahora las cosas podrían cambiar. Una recién llegada, Natalie Keener (Anna Kendrick, fresca de la saga de Crepúsculo), propuso que las actividades de los ejecutivos podrían hacerse por cámara web, eliminando la necesidad de tanto viaje. Ryan pone el equivalente del grito en el cielo: ¿es que crees que esto es así de fácil? Bien, Craig los manda a los dos a hacer lo que tienen que hacer en vivo, que Ryan le enseñe a Natalie “cómo se mueve el merequetengue”. Por si fuera poco, su hermana Kara (Amy Morton) le recuerda que su hermanita Julie (Melanie Lynskey, Rose en Two and a Half Men) está por casarse. Así que en una semana, Ryan va a recordarse de todas las relaciones que ha tratado de evitar toda su vida.

Una de las cosas que le he admirado a Reitman es su habilidad para sacar lo mejor de los actores con los que trabaja, habiendo llevado a Ellen Page a una nominación al Oscar y a Clooney a una al Globo de Oro, y con toda razón. Hay un momento en que el otrora doctor de ER puede ser absolutamente insoportable de lo confiado y encantador, con su pequeña sonrisa y su aire de “qué ilusos son ustedes”. Pero las sutiles transformaciones por las que pasa su personaje a lo largo de la película dan oportunidades únicas para que Clooney muestre su rango; en otro momento estás seguro que el hombre se va a poner a llorar, él que antes había dicho cosas como “tus relaciones son lo más pesado que cargan, son los que te impiden moverse”.

Farmiga, por su parte, le sigue los pasos a Clooney a cada rato, con el mismo aire de alegre arrogancia durante gran parte de la película. Los expertos –mejores críticos que yo— dicen que este es el papel que finalmente puede llevarla al estrellato, luego de buenos papeles en The Departed y La Huérfana. Uno puede ver por qué Ryan estaría atraída a una mujer así, y de hecho juntos son una pareja digna de los años 50, con su aire de inteligente conversación y juguetona tensión sexual que me recuerda tanto a un Jimmy Stewart con Catherine Hepburn o Cary Grant con Ingrid Bergman. La escena donde se conocen, donde se ponen a comparar tarjetas de crédito, es uno de los grandes logros del cine de este año: está tan cargada de sexualidad, pero a la vez es de un humor tan sutil que uno, en vez de excitarse, lo que hace es sonreír y esperar a ver el inevitable desenlace.

La gran revelación aquí es Kendrick, quien, afortunadamente, es una de las del elenco secundario de Crepúsculo que tendrá una vida después que la saga de los vampiros emo termine. Antes sólo conocida como la alegre amiguita de Bella Swann, Kendrick combina vulnerabilidad con distancia profesional de una manera tan hábil que ya Roger Ebert predijo que sería tanto ella como Farmiga recibirían una nominación al Oscar como actriz secundaria. Natalie parece ser una joven ejecutiva concentrada y bien preparada en el ámbito profesional, pero es cuando se enfrenta a la realidad del trabajo que hace que empieza a reconsiderar su carrera --de manera muy parecida a la de Ryan. Kendrick nunca deja que Clooney, que a estas alturas no necesita convencer a nadie que es un actorazo, la opaque, y lo sigue a cada paso. Al final, tienen una relación que es más madura que una padre/hijo, pero no tan fría como una maestro/alumna.

Aún los actores que tienen papeles mínimos se lucen de maneras absolutamente inesperadas. Danny McBride es el futuro cuñado de Ryan demostrando un lado sorprendentemente sensible, muy distinto al bullanguero que vimos en Tropic Thunder, Pineapple Express o The Foot Fist Way. El genial J.K. Simmons repite por tercera vez en una película de Reitman como uno de los despedidos, y aunque no se roba la escena como normalmente lo hace por su acidez, es un papel hasta conmovedor. Y hasta Zach Galiafanakis (fresquito de matarnos como Alan en The Hangover) es otro despedido que es quizá una de las cosas más divertidas de la película. Sam Elliott también tiene una breve aparición, pero su imponente y dignificada presencia lo que lo hace norbale, pues no hace nada en particular (aunque el momento en que aparece es importante).

En general, la película te habla sobre esos comportamientos adictivos que hacen que descuides tus relaciones diarias a lo mejor hasta inconscientemente. Para Ryan es viajar, pero lo mismo se podría aplicar a hacer deportes, usar Internet o la forma en que trabajas en general. En eso la película se luce, mostrando qué pasa cuando el objeto de nuestra obsesión es eliminado. En donde es sólo un poco floja es que, sin que nada del final sea esperado (aunque mi novia y yo predijimos un aspecto de él), uno sabe desde ya en dónde va a concluir el arco de casi todos los personajes. Sigue el ritmo esperado y te lo presenta de manera adecuada, pero si has visto alguna película parecida (que no hay muchas) sabes qué van a hacer casi todos al final.

Más allá de esa única falla, es una muy agradable opción, siquiera sólo para ver el fantástico trabajo que hace Clooney. No le tenga demasiada lástima a Reitman por hacer buen cine, eso sí --pero díganme que no hay motivos para aunque sea levantar la ceja.

Mientras tanto, en Internet...

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