Sherlock Holmes: Elementalmente entretenido
domingo, enero 17, 2010 | Etiquetas: 2010, cartelera, cine de acción, comedia, opciones de cine |
Es mi opinión que, en el cine, cuando vas a dar un nuevo vuelco a una propiedad bien conocida, tienes dos opciones: o la tratas con el mayor de los respetos a la vez que le añades uno que otro elemento moderno, o le pones los elementos básicos a la vez que le das un tratamiento absolutamente original. Cualquier otra manera resultará en un fracaso. Un ejemplo de lo primero sucedió cuando Christopher Nolan adaptó a Batman, asentándolo firmemente en el mundo real lejos de la fiesta absurda que resultaron los esfuerzos de Joel Schumacher (tratemos en serio de olvidar las batitetillas). Lo segundo queda demostrado en la más reciente adaptación del famoso habitante del 221B de la calle Baker en el Londres victoriano, el hermano de Mycroft, el detective más famoso de la historia: Sherlock Holmes.
Para aquellos que no se han tomado la molestia de investigar Wikipedia, Sherlock Holmes es un personaje creado por el autor y médico Sir Arthur Conan Doyle en 1887, apareciendo en cuatro novelas y 56 cuentos de su pluma. Es también el personaje ficticio más representado en el cine, con 205 apariciones en la lista del personaje en IMDB, desde 1905. El más famoso fue el inglés Basil Rathbone, quien interpretó al famoso detective en 13 películas y 219 actuaciones en radio, televisión y teatro. Esto fue en gran parte porque Rathbone tenía un gran parecido físico con las ilustraciones de Sidney Paget en la revista Strand, donde Conan Doyle publicaba principalmente.
Robert Downey Jr. no se parece en nada a Basil Rathbone. Guy Ritchie no se parece en nada a los directores de los años ‘40. Así que encontrar un paralelismo entre el Holmes de Rathbone y el de Downey es inútil. ¿Puede uno ver esta película y asegurar que ha visto una historia de Conan Doyle? Ni de vaina. ¿Es eso malo? Para nada. ¿Es una buena película? Sigan leyendo.
Aunque no lo crean, Ritchie está mostrando respeto por la herencia de Conan Doyle, pues simplemente está mostrando algunas cosas que la ficción aceptada no había destacado antes, como es la habilidad boxística de Holmes, y no duda en decir que su material se presta para una película de este estilo (aunque no toma de las historias del autor original, sino unos cómics de Lionel Wigram). En esta ocasión, como ya saben, Downey Jr. interpreta a un Holmes más joven de lo acostumbrado, con una ligera maníaco-depresión, aunada, primero, al hecho de que su fiel asistente, el doctor James Watson (Jude Law) va a dejar su servicio a su lado para casarse con una dama “de la high” (Kelly Reilly), y además no ha tenido un caso en meses, lo que está matándolo de la desesperación. El último involucró detener a Lord Blackwood (Mark Strong), quien fue capturado mientras hacía rituales oscuros y colgado por su crímenes. Pero ahora el inspector Lestrade (Eddie Marsan) lo ha llamado de nuevo con algo insólito: Blackwood parece haber resucitado, y está amenazando con destruir el Parlamento y reconquistar las colonias que cruzan el Atlántico (sí, Estados Unidos). Depende de Holmes descubrir qué hay detrás de las acciones de Blackwood, y a ver si convence a Watson de una aventura más –eso si Irene Adler (Rachel McAdams), una vieja enamorada que podría o no estar involucrada en todo el asunto, lo deja concentrarse.
Desde que Ritchie se deslastró de cierto peso de más en su vida, ha estado tratando de recuperar el éxito pasado logrado con Lock, Stock & Two Smoking Guns y Snatch. En 2008 se acercó un poco con Rockandrolla, volviendo a lo que hace mejor: el crimen organizado de Londres. Ahora salió de la época moderna, lo que le impide usar el caló “cockney” que lo caracteriza, pero sin duda que esta sigue su estilo. Es sucia y rasposa, con rápidas ediciones y frecuentes usos de cámara lenta. No podía faltar una pelea de boxeo, donde las habilidad de Holmes en ese aspecto salen a relucir. Ritchie también muestra lo metódico que es Holmes al ver cada acción en su cabeza en secuencia y luego el resultado final, alternando cámara lenta y acelerada.
La química entre Downey y Law podría crear una reacción en cadena, al punto que hay unos muy ligeros toques de homoerotismo que casi la convierten en un “bromance” (romance entre panas). Es evidente que los dos se divirtieron de lo lindo filmando esto, y ahí sí hay una clara reminiscencia a Holmes y Watson clásicos. Law es genial como un estirado y educado médico, desesperado por una vida “normal” al lado de Mary, y está constantemente batallando sus debilidades. Downey, por su parte, sigue siendo uno de los más geniales actores de esta generación, logrando crear un Holmes con la justa cantidad de arrogancia y humanidad que lo hacen sentir real.
Strong se confirma como uno de los más cotizados actores en la actualidad, con una imponente figura, aunque después de un tiempo me habría encantado que cambiara su “rostro malvado” de vez en cuando. Y Rachel McAdams es ciertamente hermosa y con un talento evidente, pero luego de media hora su personaje es desperdiciado y convertido en otra damisela en desgracia, una forma en la que no fue introducido. Y Marsan; pana, primero Hancock y ahora esto. Estoy seguro que el hombre tiene mejor talento que parecer inútil (aunque sus diálogos con Downey, donde muestran una amistosa disputa, son bastante cómicos).
Aunque las partes de comedia y acción son ciertamente geniales, son los momentos de conversación que me aburrieron un poco, y eso puede que sea culpa del guión, escrito por Simon Kinberg (X-Men 3, Jumper), Anthony Peckham (Invictus) y e debutante Michael Robert Johnson. No logran mantener los diálogos particularmente interesantes durante un período sostenido de tiempo, aunque agradezco que hayan tomado el tiempo de desarrollar cada personaje (con excepción de Irene). Y hay un solo caso evidente de pantalla verde y fuerte uso de gráficos computarizados que puedo tomar o dejar.
Por cuestiones personales, no disfruté de Sherlock Holmes tanto como hubiera podido. Sin mencionar que es un poquito inconsistente con su ritmo y desaprovechan algunas cosas que quizá se pudieron haber aprovechado mejor. Pero Downey y Law la hacen lo bastante entretenida como para reírse un rato (ellos y su perro), y la trama no es tan complicada como para no poder seguirla y entenderla. Sin más, es una película divertida que bien vale el precio de entrada.