Tropic Thunder: Riéndose de ellos mismos
martes, octubre 28, 2008 | Etiquetas: cartelera, cine, opciones de cine, opinión, reseña |
Ben Stiller escribió el guión (junto con Justin Theroux, quien también está escribiendo Iron Man 2), la produjo, la dirigió y la protagonizó (hasta su esposa tiene un cameo), así que “una película de Ben Stiller” es extremadamente apropiado. Stiller y Theroux tomaron cada cliché de los actores y el negocio de Hollywood y lo señalan y se ríen como crueles niños en el parque, para que el resto de los que pasan por ahí se rían con ellos.
Stiller hace de Tugg Speedman, un forzudo actor de acción que está en un momento difícil de su carrera y está desesperado por encontrar un papel que demuestre que sabe actuar. Luego del fracaso de Yo Soy Jack, donde interpretó a un hombre de… ejem… baja capacidad cerebral llamado Jack el Simplón, decide participar en una hiper-costosa película de Vietnam que, para cuando empieza la película, lleva ya un mes de retraso y como cuchucientos millones (sí, dije cuchucientos) sobre el presupuesto.
Con esa introducción ya estaríamos hablando de burlas a todo Hollywood, pero las cosas siguen. A Speedman se le unen Jeff Portnoy (Jack Black), un obeso actor con una seria adicción a cuanta droga haya en el mercado y es conocido por sus eternos chistes de… em… flatulencias; Alpa Cino (díganlo rápido), el negro que se ha beneficiado con vender su imagen y una bebida energética; Kevin Sandusky (Jay Baruchel, uno de los amigos de Seth Rogen en Ligeramente Embarazada) el inseguro actor principiante que admira a su elenco; y Kirk Lazarus (el increíble Robert Downey, Jr.), un actor australiano que ha ganado cinco Oscar por perderse por completo en sus personajes y que para este papel incluso se tiñó su piel para interpretar a un negro (ups) afroamericano.
Todos están metidos en la selva volviendo loco al director Alan Cockman (Steve Coogan), quien cede a la idea de “Buenasuerte” Goodman (Nick Nolte), el veterano de la guerra que escribió el libro en el que se basa la película, de meterlos en la selva y filmar con cámaras escondidas en una zona de guerra verdadera, donde se topan con guerrilleros traficantes de heroína, que raptan a Speedman —y son fanáticos de Yo Soy Jack.
Y no son nada más los actores los blancos de los chistes, pues también tenemos al agente Rick Pecker (Matthew McConaughey), que está dispuesto a pelear con el estudio hasta el final —coño, arriesgar su vida— con tal que su cliente tenga su TiVo, y está el director del estudio Les Grossman (un casi irreconocible Tom Cruise) que lo que quiere es que todos le teman y la película sea hecha como él quiere o NO SE HACE, CARAJO. También está el sobreentusiasta experto en explosivos (Danny McBride) y el inútil asistente del dueño del estudio (Bill Hader). Dios, creo que hasta audiencias fáciles que no quieren pensar mucho son representadas por el campamento de guerrilleros que lo único que quieren ver es Yo Soy Jack actuada una y otra vez.
A diferencia de bodrios como Scary Movie, Meet The Spartans y Una Loca Película de Desastre (por amor a Cristo, inviertan esos reales en otra cosa —como leche pasada, que es mejor que ver cualquiera de esas vainas), el verdadero éxito de Tropic Thunder radica en que (además que tiene una historia coherente y clara) busca la sátira en vez de una burla fácil —están mostrando lo absurdo de los actores que se toman demasiado en serio y necesitan mil y un pequeñas y ridículas demandas para lograr su “felicidad”. Claro, si uno lee bien todos los chismes detrás de filmaciones los escándalos de los tabloides y Chepa Candela, uno entiende los chistes que te lanzan (“mira, jejejeje, se están burlando de Sean Penn en Yo Soy Sam, jajajaja…”).
Una cosa que hay que apreciarle a Stiller es que, al ser prácticamente de todo y el novio de la madrina en esta película, deja a sus actores hacer lo que mejor tienen que hacer. Claro, no todos son brillantes: Jack Black es una ladilla. Mejor que se limite a Kung Fu Panda. Nick Nolte es… bueno… Nick Nolte, mascullando, gritando, gruñendo y con un aire de casi loco pero no. Y Steve Coogan está en demasiadas pocas escenas, aunque hace su papel de arrogante e impaciente director de cine que no puede controlar a sus actores de la mejor manera. Eso sí, está en una de las escenas más impactantes y ciertamente más divertidas de toda la película con la que ni sueño en contársela.
En cuanto al resto del elenco, eso sí es calidad de comedia. Aunque no lo crean, McConaughey es sorprendentemente divertido como el agente. Un pelo extrañísimo, la camisa puesta todo el tiempo (lo siento chicas) y un sentido de la comedia bastante divertido. El mismo Stiller tiene una facilidad de parecer el hombre que simplemente tiene que pasar por lo malo pacientemente que tan bien hizo en Meet The Parents, pero llevado al extremo aquí. Danny McBride está lentamente logrando brillar en cada película en la que está, y aquí no es la excepción. Pero es Downey, Jr., quien es absolutamente asombroso. En efecto es casi irreconocible con todo su maquillaje negro y su hosco hablar. Entre esta y Iron Man y la tristemente retrasada The Soloist (iba a estrenarse ahora en noviembre pero por alguna razón el estudio la retrasó para marzo), el hombre está nuevamente demostrando que puede hacer casi de todo. Dicho eso, yo creo que voy a esperar un rato a ver quiénes serán los otros nominados al Oscar antes de darle mi voto, pues después de estar oyéndolo durante casi media hora mascullar como Bernie Mac (que en paz descanse) me parece hilarante pero arriesgándose.
Sin embargo, el show es de Tom Cruise en cada escena en que sale. En cada escena. Con su traje de gordo, su calva falsa y el pecho excesivamente peludo, uno no puede creer que el mismo demente que brincara en un sofá clamando su amor por Katie Holmes en realidad es un tipo que no sólo sabe actuar, sino que es hilarante. En serio, me hacía reír cada vez que abría la boca y coño, cuando bailaba… Si Valkyrie (la historia del intento de asesinato a Hitler, dirigida por Bryan Singer) es lo suficientemente buena, junto con Tropic Thunder el hombre podría estarse reconciliando con el público que lo empieza a considerar una ladilla.