Plasma de Miércoles E56: Billy Elliot (2000)

miércoles, febrero 17, 2010 |

billy_elliot_ver1_xlg Siempre sigan esas pequeñas películas que parecieran no aspirar a nada. Es en las películas independientes, sean americanas o europeas, donde van a encontrar la mayor calidad de cine que en la máquina de películas que es Hollywood. Dicho eso, no sé por qué me tomó tanto tiempo ver Billy Elliot. Más aún porque he recibido amenazas de una muy querida amiga si no la veía. Finalmente, eso sucedió esta semana. Y en efecto, qué feliz estoy de finalmente haberla visto. Ratificó lo dicho sobre esas pequeñas películas que tienen una premisa simple pero uan brillante ejecución.


Esta fue la película que puso al ahora reconocido director Stephen Daldry en la palestra. Desde entonces, sus dos películas siguientes (Las Horas y The Reader) ha sido nominadas a Mejor Película en los Oscar, sin mencionar que Daldry ha sido nominado como Mejor Director por las tres. Tiene un buen ojo para personajes que están luchando en contra de convenciones sociales de su entorno, sólo por seguir su corazón. No tiene mucha carrera, pero ciertamente ha sabido venderse muy bien con el cine que ha mostrado.


Hablando de carreras cortas, este también fue el debut de Jamie Bell, un genial actor infantil que pronto veremos interpretar a Tintín. Aquí, su personaje es un muchacho huérfano de madre que vive en un pueblo minero del norte de Inglaterra con su padre (Gary Lewis), su hermano (Jamie Draven) y su abuela (Jean Heywood), durante la gran huelga minera de 1984. Para poder pasar el tiempo, Billy va a clases de boxeo en el gimnasio local, que ahora debe compartir su espacio con las clases de ballet de la señora Wilkinson (Julie Walters). En contra de todo lo esperado, Billy empieza a sentirse atraído por el ballet, algo que su padre y su hermano, machos vernáculos, obreros clase baja de pura cepa, no sólo no entienden sino que no aprueban. Pero saben, ¿cómo ir en contra de un sueño? Coño, no puedes. Pero no está facíl decidir entre tu sueño y un hogar que está desmoronándose bajo la presión de no estar recibiendo nada.


Quizá sea un poco predecible lo que termina pasando, pero la verdadera sorpresa es cómo va el arco de todos los personajes involucrados. El guión de Lee Hall, que también recibió una nominación al Oscar, se asegura que cada personaje tenga una seria justificación de lo que está haciendo y diciendo a cada rato. Todos los Elliot aprenden algo a lo largo de la historia, en una experiencia tan enriquecedora como conmovedora. Particularmente asombrosa es la actuación de Walters, que, oh sí, fue nominada también por ella. (Tampoco ganó.) Podría ser lo más unidimensional que puedan imaginarse, ser el equivalente de un sargento de entrenamiento en ballet con su “tough love”, pero Hall y Daldry la ponen firmemente en el mundo real, un ser humano con aspiraciones y sentimientos que defender. Su actuación está lleno de maternalidad sin abuso de sentimentalismo.


Bell, por su parte, es tan duro como muchos de los adultos, pero está desesperado por demostrar que es un buen chico. Es en esencia maltratado por su padre y hermano, pero es fiel a su familia. ¿Por qué? Su mejor amigo (Stuart Wells) tiene algunos visos de mariposón, pero Billy sigue andando con él. ¿Por qué? Y no son preguntas que yo me hago, son preguntas que veo reflejadas en los rostros de todos a su alrededor, incluso a veces en el propio rostro de Billy. Lo bueno es que cuando las veo respondidas, es de mi entera satisfacción. Todo acompañado por uan e las mejores bandas sonoras que he escuchado, mezclando temas de rock clásico por T. rex y The Clash con las esperadas tonadas de ballet clásico, ninguna de las cuales es una elección obvia para las escenas en las que están y sin embargo encajan a la perfección en su contexto.


Háganse un favor. No dejen que pase tanto tiempo, como yo hice, para ver Billy Elliot. Hay pocas películas que logran inspirarte con tu mensaje sin buscar inspirarte a juro –lo hace simplemente por la pureza de su mensaje. Ya, Carmen, ya la vi… ¡Gracias!






NOTAS CURIOSAS
  • En lo que Elton John vio la película en el festival de Cannes de 2000, le dio la idea de adaptarla a un musical al director Stephen Daldry. En 2005, ese musical se estrenó en el West end de Londres con excelentes reseñas y muchos premios y nominaciones. Costó un estimado de 5,5 millones de libras esterlinas, unos 3 millones más que la película.
  • El título origina era Dancer, pero cuando la llevaron al festival de Cannes descubrieron que había otra llamada Dancer in the Dark (de Lars von Trier), que de hecho ganó la Palma de Oro ese año. Se dieron cuenta que tenían que cambiar el nombre y se decidieron (“un tanto débilmente”, broméo el guionista) con Billy Elliot.
  • Jamie Bell en efecto tomó clases de baile, incluyendo ballet, cuando estaba en la escuela, lo que trajo muchas burlas de sus compañeros. Estas experiencias le sirvieron de inspiración.
  • SPOILER (resalta el texto si lo quieres leer o si ya viste la película): Uno de los grandes dilemas era si, en la escena final, cuando Billy (ahora adulto e interpretado por Adam Cooper) está interpretando El Lago de los Cisnes, la señora Wilkinson estaría o no presente. Todo se redujo al hecho de que Julie Walters no estaba disponible para rodar esa escena final.

Mientras tanto, en Internet...

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