Invictus: ¿Qué haces que no has visto esta película?

viernes, febrero 12, 2010 |

Hay películas que uno no debería juzgar por la taquilla. Invictus no ha sido una bomba, pues a dos meses de su estreno ha recuperado su inversión, pero ha estado lejos de ser un éxito, muy a pesar del historial de su director, sus estrellas y el sujeto que trata. La crítica ha sido muy amable con ella (77% en Rotten Tomatoes), eso sí, y con toda la razón, pero a la hora de los Oscar, la Academia sólo reconoció el trabajo de sus dos protagonistas. Por algo la auténtica taquilla ha sido en el exterior; y un análisis demuestra por qué.

En 1994, ocurrió uno de los hechos más insólitos de la historia de cualquier país: Nelson Mandela (Morgan Freeman), quien apenas dos años antes había sido liberado luego de 27 años de la prisión de la isla de Robben, lograba convertirse en el primer presidente negro de Sudáfrica, un país que había hecho de la discriminación racial una política de estado. Consciente que enfrentaba un país con enormes índices de desempleo, inseguridad y pobreza, sin mencionar las tensiones de todos los años de apartheid. De hecho él lo lee en un periódico el primer día: ganó la Presidencia, ¿pero podrá hacer el trabajo?

Desde el primer día, Mandela hace esfuerzos por convencer a sus compatriotas que él no viene a castigar a nadie, sino quiere que todos lo ayuden a sacar a Sudáfrica adelante. Se lo pide directamente a su guardaespaldas, Jason (Tony Kgoroge), cuando trae un equipo de blancos a trabajar con él en su seguridad; se lo hace saber a su personal, compuesto casi íntegramente de blancos que temían por su trabajo. Y se lo pide muy especialmente a su partido, a pesar de las súplicas de su asistente Brenda (Adjoa Andoh), cuando pide que reviertan un voto de eliminar al equipo nacional de rugby, los Springboks, quienes llevaban el uniforme oficial del apartheid y eran universalmente odiados.

En parte, los Springboks también eran odiados porque, francamente, eran malos con ganas, y esto no era porque su capitán, François Pienaar (Matt Damon) no tratara de dirigirlos adecuadamente. Simplemente, no tenían inspiración. Pero a pesar de todo, la gran mayoría de los blancos de Sudáfrica sí apoyaban el deporte, y los blancos controlaban aspectos clave de la vida en Sudáfrica. El país había sido escogido como la sede del Mundial de Rugby en 1995, así que Mandela vio la oportunidad: se reunió con Pienaar que tratara de acercar más el deporte al resto del país, que ayudara a cambiar su imagen y, de ser posible, que ganaran la Copa del Mundo. Trata de inculcar a Pienaar la misma inspiración que el poema "Invictus" de William Ernest Henley le dio a él mientras estaba preso, en especial sus dos últimas líneas: "Soy el amo de mi destino / Soy el capitán de mi alma".

Yo le aplaudo a Clint Eastwood y al propio Freeman que finalmente hayan conseguido hacer la película sobre Mandela que tenían tanto tiempo tratando de hacer. Basada en el libro --en realidad reportaje-- El Factor Humano (título en español de Playing the Enemy: Nelson Mandela and the Game that Made a Nation) de John Carlin (el guión es de Anthony Peckham, quien también escribió el de Sherlock Holmes), al fin pude decir que Eastwood hizo una película realmente esperanzadora, después de las brillantes pero francamente duras Mystic River, Gran Torino, The Unforgiven y Changeling. Esta es la clásica película deportiva para hacerte sentir bien, pero también es un drama histórico francamente inspirador, que te demuestra la importancia de tener un líder con auténtica visión, de la importancia de poner las necesidades de muchos por encima de las de unos pocos.

Mandela hace muchos años dijo que el único que lo podría interpretar alguna vez sería Freeman, y estoy seguro que está muy feliz del resultado que le brindó su amigo de varios años. Pero claro, Freeman es ya una institución; no hay manera en que este hombre sea ridiculizado, sin importar la película en la que esté. Mientras que su parecido a Mandela es cuestionable, con excepción de algunas escenas, no se puede negar que el espíritu del gran líder está ahí: toda sobriedad, una dulzura de abuelo y, sin embargo, en breves instantes nos recordamos que sigue siendo humano, como cuando muestra cuánto extraña tener un calor de familia. (Mandela estaba separándose de su familia en esta época, pues no compartían sus ideales una vez que llegó a la presidencia.) Freeman nació para hacer este papel, y su nominación está más que justificada (aunque sé que no ganará).

Damon tomó un poco más en convencerme como François Pienaar. No es tanto que no se parezca mucho, sino que, ¿en realidad era el mejor para este papel? Un par de discusiones al respecto me hicieron cambiar de opinión, pues es una actuación bastante contenida y muy real. Tiene el acento afrikaaner perfecto, incluso logrando hablar el idioma en un par de escenas, y logró el físico. Su papel es realmente secundario, en algunos casos sirviendo sólo como la voz de Mandela, pero en realidad hizo mucho más: habló con sus jugadores, los ayudó a cambiar de mentalidad, a adaptarse a las circunstancias. Así como Mandela usó el deporte para juntar al país, así también usó al país para acercar el deporte, para que ellos también cambiaran su percepción de su patria. No sé si es merecedor de un Oscar --menos en la categoría donde ronda el Cazador de Judíos-- pero no se puede negar que Damon ha crecido mucho como actor en los últimos años, y éste está entre sus mejores papeles.

Por último, tengo una teoría de por qué esta película no ha tenido el éxito esperado en Estados Unidos: porque no tienen nada claro con qué relacionarse. ¿Rugby? ¿Quién entiende ese juego? ¿Y no es Mandela un ser que pasó de moda hace tiempo? Oí a muchos decir que District 9 refleja mucho más de la historia de Sudáfrica que Invictus y hasta mejor. No dudo que la cinta de ciencia ficción sea un fiel reflejo de la política de apartheid (su director es sudafricano, por Dios), pero, ¿es que acaso esto no debería ser una continuación de esa época, de lo que sucedió? De hecho, ningún venezolano puede dejar de ver esta película y pensar en su país. No para lamentarse con lo que no se hizo, sino para reflexionar sobre lo que se debe hacer "después". Piensen que, aún a pesar de los múltiples problemas que aún tiene Sudáfrica, es el único país que puede considerarse de primer mundo en el continente africano al sur del Sahara. Su PIB de 2009 fue de 489 billones de dólares, el 26º a nivel mundial; el nuestro fue de $355,2 billones (puesto 35). ¿Tiene algo que ver? Quizá no. Pero es de pensarse.

Mientras tanto, en Internet...

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