Sector 9: Una visita desagradablemente necesaria

miércoles, octubre 21, 2009 |


Han habido tres películas este año por las que he tenido una gran expectativa, que cada mes que pasaba lo único que quería era verlas y comentarlas. Una de ellas, Where The Wild Things Are, ha sido tristemente demorada hasta el año siguiente, así que se ha convertido desde ya la más esperada de 2010. La otra fue Watchmen y fue todo lo que yo me esperaba, afortunadamente. La tercera fue el debut del apadrinado de Peter Jackson, el debutante Neill Blomkamp, y la versión larga de su cortometraje Alive in Joburg, District 9. ¿Llenaría mis expectativas?

A estas alturas deberían saber quién es Blomkamp: un sudafricano residenciado en Toronto, Canadá, que impresionó tanto al director de la saga de El Señor de los Anillos con el mencionado corto que lo propuso como el director para la película basada en el videojuego Halo. Eso terminó siendo un desastre, como pueden leer aquí, así que Jackson le dijo  que extendiera la historia de Alive… a un largometraje. El resultado fue una producción que costó la séptima parte de lo que hubiera costado Halo y una octava de lo que costó Transformers: Revenge of the Fallen, y lo recuperó en un fin de semana. Es indudablemente, una muy buena película, lo digo de una vez.

Pero no es lo que yo esperaba.

La historia es esta: en 1982 (en plena época de apartheid) una enorme nave apareció sobre la ciudad de Johannesburgo, en Sudáfrica. Tras meses sin que sucediera nada, el gobierno de ese país decide perforar la nave y se consigue con casi un millón de desnutridos alienígenas dentro de ella. Decide ponerlos en un campamento para refugiados, pero después de un tiempo los alienígenas comienzan a traer problemas. Así que veinte años después, el descontento de la población hace que el gobierno ahora decida que los alienígenas (que ahora son despectivamente llamados “langostinos”, dicho con el mismo desprecio con el que usaban kaffer, el calificativo para los negros) deben ser mudados a otro campamento, a varios kilómetros a las afueras de Johannesburgo.

Aquí entra la Multi-National United, o MNU, un conglomerado y fabricante de armas que queda encargada de reunir a los alienígenas y sacarlos del Sector 9. Liderando la operación es Milkus van der Merwe (Sharlto Copley), un nombre que, para que esté en contexto, es el equivalente a un gallego en el humor sudafricano. Es el menor en la jerarquía de las oficinas, un van der Merwe. Y ahora este humilde lacayo es quien dirige la operación, en parte gracias a que su suegro (John Sumner) es también uno de los chivos de MNU. Lo que no sabe Milkus es que lo que más quiere MNU es apoderarse de las armas de los alienígenas, pero éstas sólo funcionan con el ADN alienígena. Difícil de lograr –hasta que en una inspección, Milkus es expuesto a su biotecnología… y descubre que se está transformando.

Como ven, es una historia absolutamente original e interesante, escrita por el propio Blomkamp y Teri Tatchell. Además. Blomkamp tiene un estilo de usar cámaras sostenidas en la mano en vez de trípodes o afines, lo que hace que la película –junto con unos efectos especiales absolutamente fotorealistas— se vea y sienta como un documental, con el añadido de entrevistas a supuestos especialistas y a los que sin duda son verdaderos extras en la calle que hacen que te metas en la historia por completo. Tú te crees que estos alienígenas viven en condiciones infrahumanas, que hay gente en grupos de derechos humanos que se preocupa por ellos, y que de verdad Milkus está viviendo una auténtica pesadilla.

Esto último ayuda por la sorprendente actuación de Copley, un actor sudafricano cuyo única labor previa fue una breve aparición en Alive in Joburg, donde además había fungido de productor ejecutivo. Como empleado público, se ve que sólo es un tipo que trata de complacer, enamorado de su esposa (Vanessa Haywood) y además racista como el resto de la población blanca de esta película. Te está cayendo muy bien hasta que ves que detrás de su amabilidad se esconde el odio hacia los “langostinos”, al punto que quedé asqueado al presenciar cómo abortaba una colonia de ellos y hasta lo disfrutaba. Pero cuando su accidente ocurrió, y se convirtió en el ser humano más buscado del planeta, el dolor, la confusión, la sorpresa y la rabia en su cara hacen que se dé cuenta de la realidad por lo que había pasado, y pasa a héroe dudoso con algunos problemas y ya no tenemos problema en apoyarlo. Esperen muchas cosas buenas para Copley, en la actuación sorpresa del año. (Ahora será Murdock en la nueva versión de Los Magníficos, con Liam Neeson, Bradley Cooper y el luchador Quintin “Rampage” Jackson.)

Es precisamente cuando el personaje de Copley debe convertirse en un super héroe que la película comenzó a perder parte de su ya gran atractivo. No sé si hubieran podido llevarla por otro lado, pero sentía que era demasiado estándar para lo que estaban desarrollando. De hecho, me recordaba muchísimo a un juego de video, donde tenías que completar ciertos niveles antes de conseguir el tubo, y luego luchar contra soldados antes de enfrentarte al jefe (en este caso, el coronel líder de las fuerzas de la MNU, interpretado por David James). No dejaba de ser divertido, pero dada la premisa inicial, me pareció que la película perdió fuerza en vez de mantenerla. No es una crítica a la dirección de Blomkamp ni mucho menos, quien ciertamente le demostró a Microsoft de lo que se había perdido.

El verdadero atractivo de Sector 9, más allá de su logro en efectos e historia por un presupuesto relativamente bajo, es el poderoso mensaje contra el racismo, la discriminación, la intolerancia y la violencia. Cierto, Sudáfrica era el epicentro del racismo contra los negros, que es algo que Blomkamp debe conocer muy bien, pero esto se podía transportar a cualquier ciudad del mundo: el sur de Estados Unidos, el norte de Irlanda, y en algunos tristes casos hasta acá en Venezuela. Ese racismo se ve peor cuando viene de un gobierno, y Sector 9 hace un excelente trabajo en hacer que nos revolvamos incómodos en nuestros asientos al ver esas manifestaciones de odio hacia alguien sólo por ser distinto a nosotros. Sí, los alienígenas son violentos y adictos a comida de gatos, y lidian con nigerianos criminales, pero están lejos de su casa, sin ningún liderazgo y ninguna simpatía. Excepto por su apariencia, esos podrían ser afganos, haitianos o mexicanos. He ahí por qué, aunque no nos agrade la vista, el tema o siquiera el aspecto, todo el mundo debería ver y discutir esta película.

Mientras tanto, en Internet...

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