Plasma de Miércoles E55: Der Untergang (2004)

miércoles, febrero 03, 2010 |


En esta nueva era de Internet, la forma en que una película pueda entrar al imaginario colectivo puede ser fascinante. Star Wars entró al status de “icónica” gracias al merchandising; Titanic lo hizo por el romance; pero, ¿cuántas películas son famosas por su uso en parodias?


He quedado anonadado de descubrir que hay incluso críticos de cine que no han visto La Caída, pero por supuesto que conocen la infinita cantidad de videos usados para diversas parodias, transformando una de las escenas más dramáticas en una de comedia sin intención. Desde que fue sacado de XBOX Live, o que se entera de la muerte de Michael Jackson, hasta que pierde el referéndum de la reforma, Adolf Hitler ha pasado unas cuantas arrecheras. Lo bueno es que hace a todo el mundo consciente de que hay una película que tiene al más odiado dictador de todos los tiempos hecho una furia frente a sus generales. Lo malo es que le ha quitado un poquito de mérito a una extraordinaria película alemana.


Sin lugar a dudas, el equivalente humano de Satanás, Adolf Hitler significó la muerte para casi 6 millones de judíos que murieron bajo su régimen de terror entre 1934 y 1945, además de llevar a todo un continente a la guerra contra el mundo. Hablar de Hitler era sin lugar a dudas sinónimo de terror –pero en realidad nadie sabía cómo era el hombre en realidad. 


Aprovechando un documental llamado Blind Spot de 2001, donde habían entrevistas a la última secretaria que el Führer tuvo en vida, además del libro Der Untergang del historiador Joachim Fest, el guionista y productor Bernd Eichinger y el director Oliver Hirschbiegel tuvo la gran osadía de presentar una película que mostraría a Hitler no como el monstruo que sin duda era, sino como un ser humano. Y de ahí salió La Caída –la primera película que tiene al Führer como sujete desde Der Leste Akt (El Acto Final) de 1956.


Esta historia empieza con una joven secretaria, Traudl Junge (Alexandra Maria Lara), que está por tener una entrevista de trabajo con el hombre más poderoso de Alemania. La Segunda Guerra Mundial se ha extendido mucho, y Hitler (Bruno Ganz) está por retirarse a su bunker secreto, por rumores que las Fuerzas Aliadas están acercándose a Berlín. Con él irán su amante, Eva Braun (Juliane Köhler), su ministro de Propaganda Joseph Goebbels (Ulrich Matthes) junto con su esposa Magda (Corinna Harfouch) y sus seis hijos, sus generales y un equipo de secretarias, incluyendo a Traudl. Durante 12 días, la temerosa secretaria ve cómo el hombre que ella ha llegado a admirar comienza a perder el contacto con la realidad, en medio de un enorme temor y gran fanatismo por parte que los rodean, algo parecido a lo que un médico (Christian Berkel) está observando por fuera. Traudl está debatiéndose entre seguir siendo leal a su Führer o salvar su vida.


Hirschbiegel hizo un trabajo extraordinario. Cualquier historia de un tirano es fascinante, como lo es cualquier estudio sobre la maldad, pero ustedes nunca han visto a Hitler así. Esto fue un estudio cuidadoso sobre un ser humano, y lo que se revela es a la vez sorprendente y esperado. Con sus generales y su tren ministerial, Hitler es implacable, seco, exigente y, a veces, el déspota que estamos esperando, pero con sus asistentes administrativos, incluyendo a Traudl, era paciente, paternal e incluso simpático. Tenía un enorme amor por una pastor alemán llamada Blondi, que por supuesto estaba con él en su bunker. Los hijos de Goebbels lo ven casi como un abuelo, y Hitler les muestra más amor que sus propios padres. Asombroso.


Pero nunca en ningún momento Hirschbiegel nos hace olvidar a quién estamos viendo. Hitler es un hombre que exigía devoción absoluta de donde viniera, más que nada porque tenía ideas demasiado grandiosas para ser viables y necesitaba que todo el mundo le dijera lo fabuloso que sería si lo lograra para poder seguir creyéndolo. Es tal que para él sólo puede haber victoria o muerte; algo intermedio era inconcebible. ¿Rendirse? Sólo para cobardes. Justo cuando empiezas a compadecerte por un dedicado líder que ha sido traicionado por gente más débil que él, Hirschbiegel enfoca mejor el lente y ves a un dictador que llevó su país a la ruina antes de aceptar que su visión era imposible de realizar, y las ratas que lo acompañaban picaron adelante y abandonaron el barco en hundimiento. Sólo los más fanáticos como los Goebbels se quedaron; y no quiero arruinar nada, aunque es un hecho histórico, pero en la escena más terrible de la película, Magda Goebbels demuestra qué tanto cree en el nacional-socialismo.


Creo que nadie podrá ser capaz de interpretar a Hitler de la misma manera que Bruno Ganz. Sí, Robert Carlyle lo hizo en una miniserie unos cuatro años después, e hizo un gran trabajo, pero eso era un pequeño reflejo de lo que el veterano actor suizo logró aquí. En la ahora infame escena en que Hitler le grita a sus generales (aquí la tienen traducida auténticamente), yo recuerdo haber estado aterrado cuando la vi por primera vez convencido que Ganz tendría una apoplejía. Nunca he visto una transformación semejante, ni he visto tal furia plasmada en una sola interpretación. Incluso en los momentos más sosegados, Ganz se pierde por completo en su personaje. ¿Este es el mismo del que muchas mujeres de mi salón se enamoraron viendo Pan Y Tulipanes? ¿Cómo es que no ha sido nominado a un Oscar aún?


Una vez que han dejado de burlarse de la infinidad de videos, háganse un favor: vean esta película y vean la Historia viva. Vean al mayor tirano del siglo XX desmoronarse ante la inevitabilidad de la muerte de su sueño. Y recen que de ningún lado se podrá repetir algo siquiera parecido.






NOTAS CURIOSAS
  • Créanlo o no, Oliver Hirschbiegel está fascinado con todas las parodias de La Caída. “Cada vez que sale uno alguien me lo manda por correo”, dijo en una entrevista al blog Vulture, de la New York Magazine. “A veces las líneas de diálogo son tan seriamente graciosas que me río fuertemente, ¡y estoy riéndome de una escena que armé yo! No podrías tener mejor alabanza como director”. Sus favoritas son, de hecho, cuando Hitler se entera de la muerte de Michael Jackson, o cuando descubre que no puede conseguir entradas para Billy Elliot.
  • Bruno Ganz logró el inusual acento de Hitler practicando con un joven actor del área donde el dictador nació. También estudió pacientes de Parkinson en un hospital suizo para prepararse. De paso, usó la única grabación conocida de Hitler hablando de modo casual (el dictador no permitía fotografías o grabaciones en privado).
  • La verdadera Traudl Junge no pudo asistir al estreno de la película en 2002 por problemas de salud. El camarógrafo fue a contarle que la premier había sido un éxito, a lo que Junge respondió: “Mi trabajo de vida está hecho. Ahora puedo soltarme”. Murió pocas horas después a los 82 años luego de una larga batalla en contra del cáncer.
  • Muchas de las líneas de Hitler son históricamente precisas, a cuenta de los testimonios de Junge.

Mientras tanto, en Internet...

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