Date Night: En Steve y Tina creemos

martes, abril 13, 2010 |

date_night_xlg Si alguna vez hubo un caso de una mala película salvada por sus protagonistas, ese es el caso de Date Night. Si esto hubieran sido, digamos, Jennifer Aniston y Gerard Butler, dos tipos que se la dan de graciosos pero no lo son, esta hubiera sido una película tan mala como Made of Honor. Por suerte, ni un guión absolutamente promedio ni una dirección sustentable pero nada extraordinaria pudieron distraerme del sencillo hecho que Steve Carrell y Tina Fey son genios de la comedia, puro y sencillo, y lo que pudo haber sido una aventura mediocre resultó ser una agradable experiencia.

Phil (Carrell) y Claire Foster (Fey) son una pareja clase media de New Jersey perfectamente normal (New Jersey es tipo Guarenas o San Antonio de los Altos, para que sepan: una ciudad dormitorio). Él es abogado de impuestos, ella es agente de bienes raíces. Tienes dos hijos, incluyendo una niña un tanto agresiva. Normal. Perfectamente normal. Tan normal que les está empezando a aburrir. Deciden –o más bien él decide-- que para su próxima noche de salida, en vez del tranquilo restaurant familiar, van a ir hasta Manhattan a un elegante restaurant… que hasta las ñángaras de lleno. “Quería que esta noche fuera diferente”, insiste él. Pero oyen que una pareja no atiende al llamado de la reservación. Sin pensarlo mucho, toman el llamado –y de repente un par de tipos (Jimmi Simpson y Common) se les acercan y los mandan a salir. Han sido confundidos con un par que le robó a un decente mafioso. Básicamente, la noche de citas se fue a la mierda. ¡A correr!

Sí, suena interesante, pero en realidad no lo es. El director es Shawn Levy, él de la serie de Noche en el Museo, quien sabe hacer su trabajo pero no es particularmente innovador ni nada. El guión es de Josh Klausner, quien se reivindica de su trabajo en Shrek Tercero, pero uno ve cómo se le acaba la imaginación rapidito luego de un tiempo. No se engañen ni un poquito, esta historia de identidades equívocas se ha visto en distintas variaciones a lo largo de la historia. Así que hay que contar con las actuaciones, pura y sencillamente.

Esta vez, voy a comentar primero las actuaciones secundarias, porque hasta ellas son (en su mayoría) graciosísimas. Los únicos que considero están realmente desperdiciados son Taraji P. Henson (¿ya nos olvidamos de la nominación al Oscar por El Curioso Caso de Benjamin Button?) es Mark Ruffalo, que tan bien lo hizo en Los Hermanos Bloom y en Shutter Island, pero aquí sale un gran total de seis minutos. Kristen Wiig, quien hace de su esposa, está la misma cantidad de tiempo pero te da el doble de risa, en la sola escena con su anterior compañera de Saturday Night Live. J.B. Smoove tiene otros seis minutos como un taxista anónimo, pero es la cara del hombre que me mató de la risa de verdad.

Y luego están los actores más conocidos. Mila Kunis vuelve a la comedia, gracias a Dios, luego de dárselas de chica dura en The Book of Eli, como la esposa de James Franco, que sí es verdad me hizo reír. A este pana hay que seguirlo de cerca, pues se requiere talento para hacer drama y comedia con la misma facilidad. Ray Liotta y William Fichtner tienen papeles breves pero clave como un jefe mafioso y un fiscal de distrito, que tienen momentos tan absurdos que es increíble que tipos tan aparentemente serios hayan aceptado lucirse así. Liotta, en especial, parece estarse divirtiendo mucho (aunque Fichtner no puede haberla pasado mal).

Pero mi favorito es Mark Wahlberg, como un experto en seguridad que ayuda a los Foster a escapar. Recuerda mucho a su papel en Los Infiltrados, pero sin tomárselo en serio. De hecho, sale todo el tiempo sin franela, para desgracia del personaje de Carrell, en lo que es una evidente burla al personaje que ha creado desde su época de Marky Mark. Se le veía relajado y divertido, lo que hace que me entusiasme mucho verlo en The Other Guys, la nueva comedia con Will Ferrell.

Y llegamos a los protagonistas. Siendo estrellas en sus respectivos programas de televisión, la amistad que estos dos tienen ayuda muchísimo a los tobos de química que hay entre los dos. Ella no es tan neurótica como Liz Lemon, y él no es tan “quedado” como Michael Scott, de modo que uno no está pensando en los personajes por los que son conocidos. Pero se nota que hacer esta película fue una fiesta para ellos, por lo que se ve al final donde lo que más se ve es el uno haciendo al otro reír. Qué sabroso ver a dos actores trabajar así.

Ah, si esto hubiera sido dirigido por un Adam McKay o un Judd Apatow. Quizá hubiera sido una película genial. Como fuere, resultó una película bastante pasable para ver con buenos amigos. Fey y Carrell la salvan por completo. Me encantaría ver una película que ellos escribieran juntos. ¿Para cuándo?

Mientras tanto, en Internet...

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