El Curioso Caso de Benjamin Button: Si el joven supiera y el viejo pudiera...

sábado, febrero 07, 2009 |

Estoy convencido que El Curioso Caso de Benjamin Button es la primera de las cinco cintas nominadas al Oscar como Mejor Película en estrenarse en nuestro país por ser también la que tiene más nominaciones (aunque supongo que se debió negociar su estreno hace mucho más tiempo). Trece razones nos da la Academia para ver la más reciente obra del otrora director de videoclips David Fincher, quien se hiciera famoso por Alien³, la extraordinaria Seven y, del año pasado, Zodiac. Yo les daría una sola: vale la pena.

Basado en un cuento corto del americano F. Scott Fitzgerald (levemente basado, pues son dos historias muy distintas), esta es la historia de un hombre (Brad Pitt) que nace como un anciano arrugado y comienza a envejecer en reversa, mientras conoce el mundo, empieza a perder seres queridos y se enamora de una amiga de la infancia (Cate Blanchett), a la vez que trata de descubrir qué hacer con su vida.

Es, sin duda, una historia sencilla, pero la película tiene la grandiosidad de una épica, aunque también tiene la sensación de intimidad de una producción independiente. Fincher es muy bueno manejando las visuales, amén de poder montar escenas que dicen más con un silencio o un algo que sucede al fondo de lo que pueda decir el guión. Aunque eso no quiere decir que los actores no contribuyan.

Taraji P. Henson es la gran sorpresa de la cinta, ya que viniendo de la televisión de series como Boston legal y Eli Stone, donde hace la clásica "negrita bullanguera", nadie adivinaría que podía hacer convincentemente una abnegada madre adoptiva para Benjamin. Su Oscar a mejor actriz secundaria es quizá el más merecido de la cinta. Queenie podía haber sido otro cliché más, pero Henson le da tal variedad de matices que uno nunca cree que hemos visto a alguien como Queenie antes sin dejar hacerla parecer extrañamente familiar.

Luego está Daisy, el amor de Benjamin, interpretada por Blanchett, a quien se le ignoró injustamente a la hora de las nominaciones. Hasta los últimos minutos de la cinta, vemos a Daisy envejecer desde los 20 hasta los 48 sin la ayuda del maquillaje --es todo la metamorfosis de Blanchett en su actuación. No pierde la marca ni una vez, y cada tristeza que siente, cada felicidad que experimenta, se le ve en la piel. Hermosísimo. Y aún la podemos reconocer como la anciana que le narra su vida a su hija Caroline (una resucitada Julia Ormond). Es sin duda la mejor actuación del film --y resultó que no había espacio para una más, por lo visto. Mal hecho, Academia.

Y luego, claro, está Brad Pitt. Debo admitir, es refrescante ver cómo ver que el niño bonito de Hollywood ha crecido desde su papel en Thelma y Louise. Aunque no ha tratado de diversificar su carrera tanto como Johnny Depp, sí ha tratado de alejarse mucho de los papeles de galán que tanto parecieran perseguirlo. Y este le valió su segunda nominación al Oscar (la primera fue en 1996 por 12 Monkeys), aunque honestamente hubiera preferido que lo nominaran más por lo que hizo en 2006 en Babel. Ahí su dolor y su angustia eran todas él; aquí el maquillaje jugó un rol importante en su actuación, ya sea que lo admitan o no. No quiere decir que no haga un trabajo por demás competente; será su cara superimpuesta sobre otros cuerpos, pero igualmente sus expresiones son convincentes. Pero me quejaré de esto en un momento.

La cantidad de efectos especiales en la película es increíble, y estoy seguro que hubo varios de los que me perdí. Es refrescante una película donde los efectos contribuyan simplemente a mejorar la historia en vez de ser la historia. Sé que hubo una en que sucedió lo mismo... hmmm... no recuerdo bien cuál...

De todos modos, mi mayor problema con Button es que podían haber tomado la premisa inicial de la historia y ahcer no una película buena, sino una extraordinaria. Sólo apuntan a la esencia al principio, cuando Daisy y Benjamin son niños. Piensen en cómo se sentirían ustedes si ven a su hija de 6 años jugando con un anciano de 75. Eso mismo es lo que sucede. Ahora recuerden el viejo adagio con el que titulo este post. Piensen en toda la sabiduría acumulada que habría en una vida, y tienen la juventud de sus veinte en su cuerpo. Eso casi que es el equivalente a un superpoder. ¿Qué harían con semejante responsabilidad? ¿No es algo que deberían reflexionar?

Sin embargo, Fincher y el guionista Eric Roth nunca nos dan una idea sobre eso. En cambio, tenemos una buena película sobre un hombre que técnicamente debería ver el mundo de un modo distinto, pero en realiad es normal en cualquier otro aspecto. Sustituyan el hecho que juvenece en vez de envejecer por cualquier otra cosa, como retardo mental, o que es un negro entre blancos, o--

Ya va. ¿Retardo mental? ¡He ahí la película que no recordaba! Hay demasiados paralelismos entre esta historia y el otro guión famoso de Roth. Al igual que Forrest Gump, Benjamin Button sabe que no es como el resto de la gente, pero trata de adaptarse a la sociedad normal. Pero a diferencia de Gump, Button sufre por su condición, y desde un principio sabemos que está condenado. También a diferencia de Gump, nos cuesta relacionarnos con Benjamin, dado que su ¿enfermead? ¿condición? no es frecuente ni común, ni mucho menos real.

Aún así, El Curioso Caso de Benjamin Button es sin duda un buen entretenimiento. Yo tenía que sus tres horas iban a pesar fuertemente en mi paciencia, pero al contrario, la historia avanza fluidamente y sin arrastrar los pies. Lo que creo es que será la más rara de las películas: será la mayor perdedora en la entrega del Oscar sin desemerecer ninguna de sus nominaciones (con la posible excepci[on de Brad Pitt). Bien vale la pena.

Mientras tanto, en Internet...

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