Siete Almas: La conciencia es un peso duro de llevar
jueves, enero 29, 2009 | Etiquetas: 2009, cartelera, cine, drama, opciones de cine, reseñas |
Hay ciertas películas en las que tú vas sabiendo que vas a sufrir. No me refiero a las de terror, pues por algo siguen siendo tan populares, como lo son las montañas rusas. Me refiero a los dramas directos, los que saben que lo que espera es un chorro sin fin por los lagrimales. Y uno espera que, a pesar de eso, va a haber un final satisfactorio, cuando no feliz. Recuerdo que La Casa del Lago era un drama romántico, pero tenía un final lo bastante feliz; Noches de Tormenta, en cambio, o su precedente, Los Puentes de Madison County, uno puede debatir si son finales felices o no.
Siete Almas, la reunión de Will Smith con el director de En Busca de la Felicidad, Gabriele Muccino, es un drama de esos que tiene un buen final que no necesariamente es un final feliz. De hecho, de una vez les digo: esta no es una película para llevar a una primera cita, ni para volver a ver. Es para "disfrutarla" una sola vez.
Smith hace de Ben Adams, un agente del departamento de Hacienda que se ha lanzado a una misión en su vida para ayudar a siete extraños. Claro, eso no lo sabemos sino después, porque la película empieza con el hombre sentado en una habitación de hotel, llamando al 911 a reportar un suicidio... el suyo. Hay flashes de su vida antes de este momento, como la distancia que tiene con su hermano (Michael Ealy, de Barbershop), a pesar de que evidentemente se quieren. Y lo vemos decidido a cumplir su misión, entre lo cual se incluye ayudar a Ezra (Woody Harrelson), un pianista ciego, o a Connie (Elpidia Carrillo), una mujer abusada. Está obligando a su mejor amigo (Barry Pepper) a cumplir una difícil promesa. Y se está enamorando, sin planearlo, de Emily, una joven con insuficiencia cardíaca congénita (Rosario Dawson). ¿Por qué lo hace? ¿Y por qué parece estar permanentemente triste?
Puccino sabe jalar de nuestros corazones, como lo demostró con En Busca de la Felicidad. En esta ocasión, prueba contar la historia de Ben de forma no linear, al más fiel estilo de Crónica de Una Muerte Anunciada, de Gabriel García Márquez (es el primer guión cinematográfico de Grant Nieporte) y uno entiende por qué Ben quiere hacer lo que hace, pero no hay distinción clara de cuándo estamos viendo el pasado ni cuándo el presente. Claro, Puccino y Smith nos están pidiendo que invirtamos tiempo en la película, que todo se aclarará al final, pero en el camino uno desearía que el sol brillara un poco más, ¿no? Roger Ebert puede que aprecie la manipulación emocional, según dice en su reseña de esta película, pero hay días en que yo no.
No puedo negar que es asombroso el rango de emociones que Smith es capaz. Podemos verlo rudo, como esperamos que un cobrador de impuestos sea, o gentil con una señora mayor, o llorar amargamente, o sufrir cuando quiere besar Emily pero no se atreve a hacerlo porque... ¿qué? ¿Porque se está muriendo? Dawson, a quien tanto hemos admirado en variedad de roles como Sin City o Men In Black II, tiene una dulzura innata que sólo es aumentada por su buena química con Smith, pero logra no ser la damisela en peligro, sino la mujer que ha aceptado su destino y sólo reza, reza porque pueda tener una vida, que su vida no sea la solitaria que comparte con su Gran Danés, Duke (es increíble como un perro a veces puede impartirle mayor sentimentalismo a una escena, o hacerla más surrealista, aún un perro tan grande y poco "tierno" como este).
No hay forma de discutir esta película a fondo sin spoilers, así que lo dejaré hasta aquí. Coño, uno aprecia una película que te dé todas las respuestas al final, pero es como escribí en mi Gtalk: lo bueno se hace esperar, pero, ¿por qué tanto? Siete Almas deja, al final, un hermoso y noble mensaje, pero quizá el precio que pagaste por escucharlo fue demasiado.
(Posdata no relacionada: Hablando de, ¿sabían que una vez se hizo la película de Crónica de Una Muerte Anunciada? For real!)