Noches de Tormenta: llora que eso es bueno
lunes, noviembre 03, 2008 | Etiquetas: cartelera, cine, opciones de cine, opinión, reseña |
Como comenté antes cuando reseñé Sexo en La Ciudad, por cada comedia o acción hay una película en la que uno como hombre está contractualmente obligado como novio a ver. La de esta temporada es la edulcorada película Noches de Tormenta, título original Nights In Rodanthe (se pronuncia rodanzi, con la "z" española), un drama romántico basada en una novela de Nicholas Sparks. ¿Pero saben qué? Pudo haber sido mucho peor.
Aquí se reúnen Richard Gere y Diane Lane luego de la muy vista y bien aceptada Infidelidad (y por las mujeres en particular, ojo -- claro, como es ella la montacacho...), bajo la dirección de George C. Wolfe, que hace un semi-debut con cintas de alto coste luego de pasar un buen tiempo dirigiendo televisión.
Lane es Adrienne, una madre de dos que está al borde del divorcio luego que su esposo (Christopher Meloni, de Law & Order: SVI) le fuera infiel con una de sus amigas. Para acomodar su vida, acepta el consejo de una amiga y le cuida una posada a orillas del mar en la isla de Rodanthe de Carolina del Sur. Ahí llega de tránsito el doctor Paul Flanner (Gere), quien ha tenido un año rudo, por decir lo menos: durante una operación de rutina, la paciente murió en el quirófano (lo que llevó al esposo a demandarlo), su matrimonio se quebró y su hijo (James Franco), médico también, se alejó de él y fue a atender una clínica en Ecuador. Camino a reencontrarse con él, y buscando resolver su situación con el esposo de su paciente (Scott Glenn, una roca de dureza y dignidad como nunca lo he visto), Flanner se queda en la posada, y es su único huésped cuando un huracán azota las costas de Rodanthe. Y bueno, saben lo que dicen los gringos, a veces dos mal hacen un bien.
Esta me recordó muchísimo a Los Puentes de Madison, con la excepción de que Wolfe no es Clint Eastwood ni de cerca. Muchas veces se enfoca en un personaje que no está hablando para captar sus emociones por lo que dice el que está fuera de cámara, y puede ser un poco distrayente, aunque su efecto de edición rápida en momentos tensos ciertamente es efectiva (¿o quizá efectista?).
Dicho eso, la historia dista mucho de ser original, pero curiosamente, no es ni aburrida ni mala. Simplemente, es una más. Esto es sin duda gracias a la química entre Gere y Lane, por la que uno se cree que estos son dos seres que realmente se quieren y se importan. Lane es sin duda una hermosura sin importar la edad que tenga y sólo se pone mejor, precisamente porque sin importar cómo se vea parece como la linda mamá del chamo al que le das clase (sorry, fui profesor de inglés). Gere, en cambio, parece mantenerse igualito a lo largo del tiempo, y está definitivamente en el club de actores que desesperadamente necesita un éxito --y ésta no será.
En serio no quiero que piensen que es una película mala, pues es auténticamente hermosa la relación entre estos dos, junto con la actuación de Franco, recién salido de su hilarante papel en Piña Express, vuelva a demostrar que también tiene talento para el drama. Es la propia película de cita, pero dudo que alguien la quiera ver más de una vez. Disfruten.
Aquí se reúnen Richard Gere y Diane Lane luego de la muy vista y bien aceptada Infidelidad (y por las mujeres en particular, ojo -- claro, como es ella la montacacho...), bajo la dirección de George C. Wolfe, que hace un semi-debut con cintas de alto coste luego de pasar un buen tiempo dirigiendo televisión.
Lane es Adrienne, una madre de dos que está al borde del divorcio luego que su esposo (Christopher Meloni, de Law & Order: SVI) le fuera infiel con una de sus amigas. Para acomodar su vida, acepta el consejo de una amiga y le cuida una posada a orillas del mar en la isla de Rodanthe de Carolina del Sur. Ahí llega de tránsito el doctor Paul Flanner (Gere), quien ha tenido un año rudo, por decir lo menos: durante una operación de rutina, la paciente murió en el quirófano (lo que llevó al esposo a demandarlo), su matrimonio se quebró y su hijo (James Franco), médico también, se alejó de él y fue a atender una clínica en Ecuador. Camino a reencontrarse con él, y buscando resolver su situación con el esposo de su paciente (Scott Glenn, una roca de dureza y dignidad como nunca lo he visto), Flanner se queda en la posada, y es su único huésped cuando un huracán azota las costas de Rodanthe. Y bueno, saben lo que dicen los gringos, a veces dos mal hacen un bien.
Esta me recordó muchísimo a Los Puentes de Madison, con la excepción de que Wolfe no es Clint Eastwood ni de cerca. Muchas veces se enfoca en un personaje que no está hablando para captar sus emociones por lo que dice el que está fuera de cámara, y puede ser un poco distrayente, aunque su efecto de edición rápida en momentos tensos ciertamente es efectiva (¿o quizá efectista?).
Dicho eso, la historia dista mucho de ser original, pero curiosamente, no es ni aburrida ni mala. Simplemente, es una más. Esto es sin duda gracias a la química entre Gere y Lane, por la que uno se cree que estos son dos seres que realmente se quieren y se importan. Lane es sin duda una hermosura sin importar la edad que tenga y sólo se pone mejor, precisamente porque sin importar cómo se vea parece como la linda mamá del chamo al que le das clase (sorry, fui profesor de inglés). Gere, en cambio, parece mantenerse igualito a lo largo del tiempo, y está definitivamente en el club de actores que desesperadamente necesita un éxito --y ésta no será.
En serio no quiero que piensen que es una película mala, pues es auténticamente hermosa la relación entre estos dos, junto con la actuación de Franco, recién salido de su hilarante papel en Piña Express, vuelva a demostrar que también tiene talento para el drama. Es la propia película de cita, pero dudo que alguien la quiera ver más de una vez. Disfruten.
Noches de Tormenta: llora que eso es bueno
2008-11-03T08:28:00-04:30
Juan Carlo Rodriguez
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