La Cruda Verdad: Cualquiera pudo contar esta historia

viernes, septiembre 25, 2009 |

¿Es demasiado pedir una comedia romántica que en efecto nos dé una sorpresa? ¿Es que los días de When Harry Met Sally o Sleepless in Seattle de verdad murieron? ¿O es La Propuesta lo mejor que debemos aspirar en el género? Considerando los resultados de la gran mayoría de las películas del género que han salido, como Quiero Robarme a la Novia, Los Fantasmas de mi Ex y ahora La Cruda Verdad, no tengo muchas esperanzas.

Esta es la más reciente cinta de Rob Luketic, quien luego del éxito de Legalmente Rubia resucitó a Jane Fonda para nada en Monster-in-Law y luego promete seguir destruyendo su legado
al rehacer Barbarella. Créanme cuando les digo, cualquiera puedo haber hecho esta película con otro elenco y el resultado sería exactamente igual, pues creo que hasta yo pude haberla dirigido y no vería ninguna diferencia. Eso sí, hay que reconocer que hay momentos bastante divertidos e incluso hasta tiernos. Pero de resto es una historia tan plagada de clichés que da pena.

Abby (Katherine Heigl, de Grey's Anatomy) es una productora ejecutiva en el noticiero matutino de un canal de Sacramento, California, que tiene muchos problemas para encontrar novio. Y no es porque sea fea o mala gente --es una maniática controladora que decide que todos los hombres deben pasar por una lista de atributos que tiene preparada. Su mundo recibe un sacudón cuando su jefe contrata a Mike (Gerard Butler), un misógino anfitrión de un canal de acceso público que se dedica a decir las cosas como son: los hombres son simples, quieren sexo y cualquier mujer que se lo provea y ya. ¿Necesitan saber algo más?

Ah bueno sí. Resulta que Abby descubre que tiene un nuevo vecino llamado Colin (Eric Winters, miserable esposo de Roselyn Sánchez), un médico sensible y buenmozo por el que ella por supuesto se babea. Así que Mike decide ayudarla a que queden juntos a cambio de que lo deje trabajar. Y horror de horrores, Abby acepta. Ignorando que, como la fórmula de toda comedia romántica determina, los dos protagonistas terminarán juntos sin importar la incomodidad de su primer encuentro.

Heigl parece que ha sido condenada a esta clase de papeles (además que me cabe la pregunta: ¿por qué en toda película, si una mujer es exitosa en su trabajo, es frustrada en su vida personal y/o es una perra sin emociones?), y aunque puede ser simpática cuando se lo propone y auténticamente graciosa en ocasiones (como la escena del restaurant con un par especial de pantaletas), quedo convencido que está desperdiciando su carrera. Butler, por su parte, me continúa impresionando con su rango: este pana es el mismo que veremos aterrorizando una ciudad en Law Abiding Citizen, o peleando por su vida en Gamer. Es todo encanto sin duda, pero cuando hace sus comedias románticas lo sensible no le queda. Y la química entre los dos, algo vital en esta clase de películas, parece estar ahí pero creo que es sólo una ilusión.

De vez en cuando, en estas películas, el elenco de apoyo es alguna salvación, pero son demasiado inconsecuentes para más que una mención aparte. Pero todos los cinco minutos en que Cheryl Hines y John Michael Higgins aparecen como esposos coanimadores del programa me hacían ansiar por una película con ellos solos. Nick Searcy hace el papel de jefe que J.K. Simmons podría hacer en sus sueños y agradezco que no haya estado aquí; y la tierna asistente y amiga de Abby interpretada por Bree Turner sólo sirve para que Heigl no tenga que pegar sus ridículos brinquitos de emocionada sola. ¿Y Winters? Sus mejores escenas son dos con Heigl que lo único que tenía que hacer era parecer sorprendido.

Aunque no es particularmente aburrida, La Cruda Verdad está demasiado plagada de clichés como para dejar de ser predecible, y sus intentos de ser más tipo Apatow que Luketic no siempre son acertados. Créanme cuando les digo, esta es exclusivamente para parejas que no tienen nada mejor que hacer y no hay ninguna decente que alquilar. Hay peores cosas en la vida --la preferí a Los Fantasmas de mi Ex-- pero tampoco debemos aprender a conformarnos.

Mientras tanto, en Internet...

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