Plasma de Miércoles E46: Black Snake Moan (2007)
martes, diciembre 15, 2009 | Etiquetas: cine en casa, drama, opciones de DVD, Plasma de Miércoles |
Hay películas que nos pasan al lado y, por un mal mercadeo o por cualquier otra circunstancia, no nos llaman la atención. Puede ser que pensamos que es una cosa cuando en realidad es otra (caso de Shawshank Redemption, que hizo pobremente en taquilla por considerarse ser demasiado deprimente). O puede ser que el mercadeo fue tan patético, que nadie supo qué le pasó a la película (The Wackness es excelente ejemplo). Y hay películas en que todo lo anterior es cierto. Black Snake Moan es esa misma película.
Miren ese afiche. Tenemos a Samuel Jackson sosteniendo una cadena que está atada alrededor de una intrigante Christina Ricci. ¿Qué les viene a la cabeza? Ok, no me digan. De todos modos debe ser lo que le vino a la cabeza a más de uno. Apenas costó 15 millones de dólares, pero recaudó apenas 9,4 millones, muy a diferencia de la anterior película del director/escritor Craig Brewer, Hustle & Flow, que se ganó hasta un Oscar por su canción "It's Hard Out There For A Pimp", además de una nominación para su protagonista Terrence Howard. Esa fue una película que mostró la humanidad del mundo de la prostitución salpicada de hip-hop, y debió ser la que hiciera de Howard una estrella. Black Snake Moan, por su parte, en realidad tiene diversos estudios sobre religión, amor, moral, redención y espiritualidad que uno nunca adivinaría de ver ese afiche. Ese puede ser el peor afiche para una película que se haya visto, sea que se ve bien o no.
Lazarus (Jackson) es un guitarrista de blues retirado que está pasando por una mala temporada: su esposa acaba de dejarlo por su hermano, y eso lo deja perdido en el mundo. Un día descubre a una muchacha con una franela recortada y pantaletas, toda golpeada y enferma, tirada en la entrada de su casa. Lazarus es un buen Samaritano, así que decide llevarla adentro y tratar de curarla. Pasa es, que esta nena tiene una enfermedad que no se puede curar tradicionalmente.
Esta es Rae (Ricci), quien acaba de dejar ir a su novio Ronnie (Justin Timberlake —sí, el cantante) a que se enliste en el Ejército. Pero no bien el muchachito bonito se va, la ninfomanía de Rae estalla por completo, acostándose con el jíbaro del pueblo (David Banner) y el "mejor amigo" de Ronnie, Gill (Michael Raymond-James), que de hecho es quien la deja toda golpeada y medio violada. Rae ha llevado una vida de abusos, tanto sexuales por parte de su padre como verbales por parte de su madre (Kim Richards), que pareciera divertirse recordándole a Rae que debió abortar. Y pueblo chiquito, Infierno grande —se sabe que luego que Rae se droga y emborracha en una fiesta, el Gill va a aprovecharse. Así termina frente a la casa de Lazarus.
El viejo "bluesero" está despechado, pero es temeroso de Dios, así que él no va a tocar a Rae. No como piensa. Pero sabe que si la deja, terminará con cinco muchachos sin un padre o con varios, de modo que piensa salvarla. Quiere redimirse, asumiendo responsabilidades paternales con Rae. Lo divertido es cómo al educa: agarra la cadena más gruesa que tiene y la ata con ella a su radiador. Y esto es en Mississippi, en pleno sur de los Estados Unidos. Menos mal que Lazarus vive en las afueras del pueblo. De ahí se va desarrollando una extraña amistad, donde ambos tratan de dejar atrás su pasado y buscan redimirse de cualquier mal que hayan podido hacer.
Y nunca tiene sexo.
Brewer sabe cómo usar la música en sus películas, pero además es un amo visual y un buen narrador de historias. Se nota que creció en esta parte de Estados Unidos, pues cada sitio pareciera que está listo para derretirse del calor, dada la textura de todos los colores que se ven (algo que agradecer a la fotógrafa Amy Vincent). Lo que sí no sabe es cómo definir esta película sin asustar a la gente a que no la vea. ¿No es como radical que un hombre negro cincuentón amarre a una veinteañera blanca con una cadena para que deje de andar puteando por ahí? Vaya que sí. Si esto hubiera estado en manos menos capaces, esta hubiera sido un desastre aún mayor. Pero en primer lugar, mal vendedor o no, la historia no sólo tiene una verdadera alma, sino que nunca se va por lo totalmente absurdo ni mucho menos sermonea.
Segundo, las actuaciones son bastante buenas, en especial por parte de Jackson. Aunque muestre suficiente dureza, muestra a Lazarus como un coronel con corazón. El mismo Jackson dice que este es su mejor trabajo, y uno está inclinado a creerle, por aquello de que en ningún momento está masticando la escena como un pitbull con anfetaminas, como lo hace en Pulp Fiction. No, aquí la sutileza es la clave, junto con una conciencia que lo lleva a cuestionarse frecuentemente: sé que la tengo que curar, ¿pero estaré haciendo bien?
Luego está Ricci, quien rara vez ha tenido una oportunidad de soltarse tan por completo como esta. Es lo que nosotros criollamente llamaríamos una puta de barrio, que se acostado con todo el pueblo varias veces, pero justo cuando nos empieza a caer mal, en vez de sentir lástima por ella, casi la comprendemos y simpatizamos. Es increíble cómo en un instante pasa a ser una bomba de sexualidad a una dulce joven casi con una mirada. Incluso hace ver a Timberlake, quien no ha pegado una con sus intentos de actuación, hasta decente en este rol. Ronnie es, para toda su fuerza, un niño grande, que sufre de ataques de pánico y es inocente al punto de la ceguera. Uno no entiende cómo sabiendo cómo Rae emplea su tiempo apartado de él aún la ama con pasión, pero así es. Quizá Jake Gyllenhaal habría hecho un mejor trabajo, pero estos son los roles que Timberlake debería buscar. O conseguir más trabajo en Staurday Night Live.
Corrijan la maldad que se le ha hecho a Black Snake Moan, y por amor a Cristo búsquenla y véanla. Si de algo les sirve a los varones, sí, Christina Ricci está buena. Pero verla sólo por eso es un insulto a lo buena que esta película realmente es.
NOTAS CURIOSAS:
Miren ese afiche. Tenemos a Samuel Jackson sosteniendo una cadena que está atada alrededor de una intrigante Christina Ricci. ¿Qué les viene a la cabeza? Ok, no me digan. De todos modos debe ser lo que le vino a la cabeza a más de uno. Apenas costó 15 millones de dólares, pero recaudó apenas 9,4 millones, muy a diferencia de la anterior película del director/escritor Craig Brewer, Hustle & Flow, que se ganó hasta un Oscar por su canción "It's Hard Out There For A Pimp", además de una nominación para su protagonista Terrence Howard. Esa fue una película que mostró la humanidad del mundo de la prostitución salpicada de hip-hop, y debió ser la que hiciera de Howard una estrella. Black Snake Moan, por su parte, en realidad tiene diversos estudios sobre religión, amor, moral, redención y espiritualidad que uno nunca adivinaría de ver ese afiche. Ese puede ser el peor afiche para una película que se haya visto, sea que se ve bien o no.
Lazarus (Jackson) es un guitarrista de blues retirado que está pasando por una mala temporada: su esposa acaba de dejarlo por su hermano, y eso lo deja perdido en el mundo. Un día descubre a una muchacha con una franela recortada y pantaletas, toda golpeada y enferma, tirada en la entrada de su casa. Lazarus es un buen Samaritano, así que decide llevarla adentro y tratar de curarla. Pasa es, que esta nena tiene una enfermedad que no se puede curar tradicionalmente.
Esta es Rae (Ricci), quien acaba de dejar ir a su novio Ronnie (Justin Timberlake —sí, el cantante) a que se enliste en el Ejército. Pero no bien el muchachito bonito se va, la ninfomanía de Rae estalla por completo, acostándose con el jíbaro del pueblo (David Banner) y el "mejor amigo" de Ronnie, Gill (Michael Raymond-James), que de hecho es quien la deja toda golpeada y medio violada. Rae ha llevado una vida de abusos, tanto sexuales por parte de su padre como verbales por parte de su madre (Kim Richards), que pareciera divertirse recordándole a Rae que debió abortar. Y pueblo chiquito, Infierno grande —se sabe que luego que Rae se droga y emborracha en una fiesta, el Gill va a aprovecharse. Así termina frente a la casa de Lazarus.
El viejo "bluesero" está despechado, pero es temeroso de Dios, así que él no va a tocar a Rae. No como piensa. Pero sabe que si la deja, terminará con cinco muchachos sin un padre o con varios, de modo que piensa salvarla. Quiere redimirse, asumiendo responsabilidades paternales con Rae. Lo divertido es cómo al educa: agarra la cadena más gruesa que tiene y la ata con ella a su radiador. Y esto es en Mississippi, en pleno sur de los Estados Unidos. Menos mal que Lazarus vive en las afueras del pueblo. De ahí se va desarrollando una extraña amistad, donde ambos tratan de dejar atrás su pasado y buscan redimirse de cualquier mal que hayan podido hacer.
Y nunca tiene sexo.
Brewer sabe cómo usar la música en sus películas, pero además es un amo visual y un buen narrador de historias. Se nota que creció en esta parte de Estados Unidos, pues cada sitio pareciera que está listo para derretirse del calor, dada la textura de todos los colores que se ven (algo que agradecer a la fotógrafa Amy Vincent). Lo que sí no sabe es cómo definir esta película sin asustar a la gente a que no la vea. ¿No es como radical que un hombre negro cincuentón amarre a una veinteañera blanca con una cadena para que deje de andar puteando por ahí? Vaya que sí. Si esto hubiera estado en manos menos capaces, esta hubiera sido un desastre aún mayor. Pero en primer lugar, mal vendedor o no, la historia no sólo tiene una verdadera alma, sino que nunca se va por lo totalmente absurdo ni mucho menos sermonea.
Segundo, las actuaciones son bastante buenas, en especial por parte de Jackson. Aunque muestre suficiente dureza, muestra a Lazarus como un coronel con corazón. El mismo Jackson dice que este es su mejor trabajo, y uno está inclinado a creerle, por aquello de que en ningún momento está masticando la escena como un pitbull con anfetaminas, como lo hace en Pulp Fiction. No, aquí la sutileza es la clave, junto con una conciencia que lo lleva a cuestionarse frecuentemente: sé que la tengo que curar, ¿pero estaré haciendo bien?
Luego está Ricci, quien rara vez ha tenido una oportunidad de soltarse tan por completo como esta. Es lo que nosotros criollamente llamaríamos una puta de barrio, que se acostado con todo el pueblo varias veces, pero justo cuando nos empieza a caer mal, en vez de sentir lástima por ella, casi la comprendemos y simpatizamos. Es increíble cómo en un instante pasa a ser una bomba de sexualidad a una dulce joven casi con una mirada. Incluso hace ver a Timberlake, quien no ha pegado una con sus intentos de actuación, hasta decente en este rol. Ronnie es, para toda su fuerza, un niño grande, que sufre de ataques de pánico y es inocente al punto de la ceguera. Uno no entiende cómo sabiendo cómo Rae emplea su tiempo apartado de él aún la ama con pasión, pero así es. Quizá Jake Gyllenhaal habría hecho un mejor trabajo, pero estos son los roles que Timberlake debería buscar. O conseguir más trabajo en Staurday Night Live.
Corrijan la maldad que se le ha hecho a Black Snake Moan, y por amor a Cristo búsquenla y véanla. Si de algo les sirve a los varones, sí, Christina Ricci está buena. Pero verla sólo por eso es un insulto a lo buena que esta película realmente es.
NOTAS CURIOSAS:
- El título de la película deriva de una canción del bluesero Blind Lemon Jefferson de 1927.
- Cedric Burnside y Kenny Brown, los miembros de la banda de Lazarus, son los nietos del famoso bluesero R. L. Burnside, y tocaron en su banda mientras estaba de gira justo hasta que murió en 2005.
- La cadena que usó Christina Ricci era de verdad y pesaba unos 20 kg. La mayoría de su vestuario es ropa que ella misma compró.
- Samuel L. Jackson aprendió a tocar guitarra para esta película, mientras terminaba Snakes on a Plane.
- Hay un rumor que dice que el final original tenía a Justin Timberlake matando de un tiro en la nuca a Jackson, por pensar que se estaba pegando a su novia. Brewer decidió terminarla mejor en una nota positiva.
Plasma de Miércoles E46: Black Snake Moan (2007)
2009-12-15T06:43:00-04:30
Juan Carlo Rodriguez
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