Plasma de Miércoles 18: Man on Wire (2008)

miércoles, abril 29, 2009 |

Estemos claros: los venezolanos no estamos acostumbrados a ver documentales. Cuantimenos man_on_wire_movie_poster__1_en el cine. (Y veo la ironía que estoy escribiendo esto cuando hay un documental propio en la cartelera sobre el maestro Billo Frómeta, Swing con Son, de Rafael Marziano Tinoco). Pero creo que la última vez que ha habido un documental extranjero en cartelera con algún éxito fue La Marcha de los Pingüinos (2005). ¿Por qué, si tanto nos fascinan los reality shows, o si en efecto hay un documental en cartelera con cierto público, nos cuesta ver la realidad plasmada en el cine? ¿Demasiada realidad diaria, quizá?

Yo espero convencerlos de sacarse cualquier idea que tengan sobre los documentales, pues el que les recomiendo hoy fue la película mejor reseñada el año pasado, por encima de Slumdog Millionaire, The Dark Knight y afines. Fue ganador del premio del Jurado y el Público en Sundance del año pasado, del Oscar a Mejor Documental del año pasado, y tiene un personaje principal más pintoresco que cualquiera de los inventados por Hollywood, y porque es un homenaje a las hazañas que el hombre puede conseguir si sencillamente pone todo su empeño al respecto.

Man on Wire fue dirigida por James Marsh, quien tenía cierta fama en el circuito independiente por The King, con Gael García Bernal, y cuenta la hazaña de Philippe Petit, un acróbata y artista de la calle francés quien, el 7 de agosto de 1974, caminó una cuerda floja entre las dos torres del World Trade Center por casi una hora antes de ser arrestado. La historia de cómo planificó tal hazaña, para muchos “el crimen artístico del siglo”, es lo que compone el documental.

Ustedes no se pueden imaginar un personaje como Petit. Lo primero es decir que está loco de metra, lo cual sería lo razonable de querer cruzar un cable sin amarras ni mucho menos red a casi medio kilómetro de altura. Pero Petit es de esas personas que tienen tal entusiasmo, tal joie de vivre para usar un término en su idioma, que uno no puede sino absorberse en su locura. Es una especie de niño adulto, que gesticula, que juega, que cuenta, que hace magia. A pesar de las pérdidas que tuvo a consecuencia de su increíble acto, uno es incapaz de sentirse mal por él. Como dice en un momento: "Si llegara a morir intentándolo, qué muerte tan bella, ¿no? ¡Morir por tu pasión!"

Una cosa que me agarró de inmediato es que no es contado de formado lineal, es decir, no es detalles de cómo se planificó hasta el hecho en sí, un estilo de narración que me tiene atrapado desde Crónica de Una Muerte Anunciada y se hace de manera absolutamente magistral en Memento (2000), de Christopher Nolan. Sí se empieza con el día del hecho, pero se va mezclando con la historia de cómo Petit se inspiró para intentarlo en 1968 (nació en 1949) viendo un anuncio sobre las Torres Gemelas en construcción, anunciadas como “los edificios más altos del mundo”. Subrepticiamente, Petit arrancó el anuncio y se lo llevó para empezar un sueño de casi siete años para poder lograrlo.

Man on Wire es tan entretenida porque no sólo es un documental; es una historia de robo que no tiene nada que envidiarle a Ocean’s Eleven o The Italian Job. Petit y su equipo estudiaron la forma en que los trabajadores se vestían, se hicieron pasar por periodistas para estudiar las torres de cerca, y estudiaron las horas de salida para saber cuándo tendrían acceso al techo. Combinando pietaje de la época con entrevistas a todos los involucrados, junto con recreaciones de momentos clave (cuando todos se escondían de los guardias en los pisos de las Torres que aún estaban sin terminar, por ejemplo), uno está al filo del asiento aún cuando se sabe cómo va a terminar. Ya Petit había sido arrestado por atravesar la parte alta de la Catedral de Notre Dame y el Puente del Puerto de Sydney en Australia; seguramente lo iban a arrestar de nuevo, ¿no? (Aún saboiendo el final, de verdad llegué a pensar eso mientras la veía).

Una sabia decisión de Marsh fue no hacer ni una referencia a los ataques del 11 de septiembre de 2001. No hace ni falta; ver la magnificencia de las dos torres, recién inauguradas apenas dos años antes es más que suficiente. Pero escuchar a Petit narrar su hazaña y profesar su amor por las torres con una pasión casi palpable es ya menos un homenaje que una reverencia. Y sin embargo en ningún momento se siente un sermón, una crítica, ni siquiera una lágrima por las torres que ya no están. Esta es una película sobre la vida, una vida a la que Philippe Petit está aferrado y celebra con cada gesto grandilocuente que hace.

Lo único que se le podría criticar a Man on Wire es la falta de una visión decente del hecho principal en sí, pero bajo las circunstancias creo que se puede perdonar. La película es tan optimista como emocionante, tan atrevida como directa. Uno quiere conocer a Petit, animarlo aún a sus 60 años a que haga una aventura más. ¿De verdad van a dejar de verla por ser un documental?

Man on Wire

NOTAS CURIOSAS
  • El cable que se usó pesaba 202,5 kilos y cubrió la separación de 43 metros entre las dos torres. Petit usó una vara de equilibrio de 8 metros para, bueno, equilibrio.
  • Al ser procesados por la policía, para describir el incidente, uno de los oficiales escribió “hombre en un cable” (“man on wire”) para describir el incidente.
  • El hombre que describe el incidente desde un helicóptero aún trabaja para la emisora WCBS de Nueva York y se llama Neil Bush.

Mientras tanto, en Internet...

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