Plasma de Miércoles E90: Network (1976)
miércoles, mayo 29, 2013 | Etiquetas: cine en casa, clásicos, drama, Plasma de Miércoles |
Hay películas, frases, escenas o actuaciones que tú siempre sabes que existen pero nunca tienes el chance de verlas por equis o ye razón. Network es una de esas películas, frases, escenas y actuaciones, el gran clásico del recientemente fallecido Sidney Lumet. Si no la han visto, es hora de corregir ese error.
Howard Beale (Peter Finch) está teniendo una crisis existencial, luego que su esposa falleciera y pronto habría de retirarse de su trabajo como ancla en el noticiero de la cadena UBS, por la baja de los ratings, tanto que su jefe y amigo Max Schumacher (William Holden) empieza a preocuparse por su sanidad. Howard no ayuda al anunciar que al la semana siguiente pretende volarse la tapa del cerebro al día siguiente y al aire. Para la ambiciosa gerente de programación Diana Christensen (Faye Dunaway), esto es una oportunidad de oro de convertir a Howard y la cadena en una estrella. Cualquier otro habría buscado ayuda psicológica para el hombre; Diana le da su propio espacio. Y Howard, en el que es uno de los grandes monólogos de todos los tiempos, invita a toda su audiencia a asomarse por su ventana, protestar por la basura en que se ha convertido el mundo, y clame, “I’m mad as hell, and I’m not going to take this any more!”
Lo que más me asustó de Network no fue la actuación de Peter Finch, quien gracias a este papel se convirtió en el primer ganador de un Óscar póstumo, ni la frialdad del personaje de Dunaway, aunque llamarla “reina de las nieves” es quedarse corta (en una escena con su amante, se limita a hablar de sus planes con la empresa, incluso hasta el momento del orgasmo). No, lo que asusta de Network es lo actual que aún se siente, a casi 40 años de su estreno. Es un tema particularmente duro para mí como periodista, pero es una realidad que no puedo negar: las noticias de por sí solas no son atractivas. Tiene que haber algo de espectacularidad. Me hace recordar lo que Christopher Plummer, haciendo del veterano periodista Mike Wallace, le dice a una ejecutiva de televisión en The Insider: “Puede que trabajemos para la misma compañía, pero no pienses que estamos en el mismo negocio”. Por un lado están los periodistas, pendientes de llevar la noticia al público con el mayor equilibrio posible; por el otro, los ejecutivos del medio (que no sean periodistas) a lo que sólo le interesa que el medio se venda/vea/escuche.
Finch es absolutamente glorioso en su interpretación. Beale está loco, de eso no cabe duda, pero es el gran loco que arrastra masas. Si tiene la labia, pues se puede lograr que cualquiera haga lo que uno diga; si lo hace apasionadamente, puede hacer que miles lo digan; y si cree que es verdad (o lo es), puede hacer que una nación entera lo diga. Finch logra que uno admire a Howard Beale, que le tema a Howard Beale, y que sobre todo le tenga lástima a Howard Beale a lo largo de la película, pues es rápido ver que en todo momento está siendo explotado y utilizado, un chimpancé entrenado al que además le dan un garrote. Finch se crece en el papel, agarrando cada palabra y soltándola con la elegancia de un francotirador y con la misma certeza y letalidad.
Dunaway es igualmente magnífica, una imagen de ambición y sensualidad, la mujer que usa a todo y a todos por llegar alto. Recuérdese que esto era en los 70, donde la imagen de la mujer no había llegado al baluarte de poder que es hoy en día. Pero Diane se maneja de tú a tú con los hombres del canal, incluso con el presidente, interpretado nada más y nada menos que por Robert Duvall, no sólo por su belleza, sino porque tiene una mente absolutamente maquiavélica y está muy bien preparada. Pasa que tiene el pecho hueco, y eso la hace tan buena para los negocios como mala para relaciones humanas.
Holden es el corazón de la película, el equilibrio para la locura de Howard y la moral para la frialdad de Diane, aunque él también termina arrastrado en la espiral. Siempre fue un actor con una callada dignidad, un Morgan Freeman blanco, si me atrevo a hacer la comparación. Aquí está en constante lucha entre su conciencia y su corazón, queriendo serle fiel tanto a su amigo como a su trabajo como a la mujer de la que se enamoró –aunque no su esposa. Y no puedo dejar de mencionar a Ned Beatty, que tiene uno de los más impactantes cinco minutos en una película que ustedes se puedan imaginar.
Que una película de 38 años aún se sienta como algo actual es muestra del enorme talento que poseía Lumet, para lograr crear historias muy humanas a la vez que impactantes. Me alegra haber llenado ese punto ciego en mi historial. Dicho sea de paso, ¿me extrañaron?
NOTAS CURIOSAS
Y por supuesto, no lo puedo dejar sin que vean la famosa escena.
Howard Beale (Peter Finch) está teniendo una crisis existencial, luego que su esposa falleciera y pronto habría de retirarse de su trabajo como ancla en el noticiero de la cadena UBS, por la baja de los ratings, tanto que su jefe y amigo Max Schumacher (William Holden) empieza a preocuparse por su sanidad. Howard no ayuda al anunciar que al la semana siguiente pretende volarse la tapa del cerebro al día siguiente y al aire. Para la ambiciosa gerente de programación Diana Christensen (Faye Dunaway), esto es una oportunidad de oro de convertir a Howard y la cadena en una estrella. Cualquier otro habría buscado ayuda psicológica para el hombre; Diana le da su propio espacio. Y Howard, en el que es uno de los grandes monólogos de todos los tiempos, invita a toda su audiencia a asomarse por su ventana, protestar por la basura en que se ha convertido el mundo, y clame, “I’m mad as hell, and I’m not going to take this any more!”
Lo que más me asustó de Network no fue la actuación de Peter Finch, quien gracias a este papel se convirtió en el primer ganador de un Óscar póstumo, ni la frialdad del personaje de Dunaway, aunque llamarla “reina de las nieves” es quedarse corta (en una escena con su amante, se limita a hablar de sus planes con la empresa, incluso hasta el momento del orgasmo). No, lo que asusta de Network es lo actual que aún se siente, a casi 40 años de su estreno. Es un tema particularmente duro para mí como periodista, pero es una realidad que no puedo negar: las noticias de por sí solas no son atractivas. Tiene que haber algo de espectacularidad. Me hace recordar lo que Christopher Plummer, haciendo del veterano periodista Mike Wallace, le dice a una ejecutiva de televisión en The Insider: “Puede que trabajemos para la misma compañía, pero no pienses que estamos en el mismo negocio”. Por un lado están los periodistas, pendientes de llevar la noticia al público con el mayor equilibrio posible; por el otro, los ejecutivos del medio (que no sean periodistas) a lo que sólo le interesa que el medio se venda/vea/escuche.
Finch es absolutamente glorioso en su interpretación. Beale está loco, de eso no cabe duda, pero es el gran loco que arrastra masas. Si tiene la labia, pues se puede lograr que cualquiera haga lo que uno diga; si lo hace apasionadamente, puede hacer que miles lo digan; y si cree que es verdad (o lo es), puede hacer que una nación entera lo diga. Finch logra que uno admire a Howard Beale, que le tema a Howard Beale, y que sobre todo le tenga lástima a Howard Beale a lo largo de la película, pues es rápido ver que en todo momento está siendo explotado y utilizado, un chimpancé entrenado al que además le dan un garrote. Finch se crece en el papel, agarrando cada palabra y soltándola con la elegancia de un francotirador y con la misma certeza y letalidad.
Dunaway es igualmente magnífica, una imagen de ambición y sensualidad, la mujer que usa a todo y a todos por llegar alto. Recuérdese que esto era en los 70, donde la imagen de la mujer no había llegado al baluarte de poder que es hoy en día. Pero Diane se maneja de tú a tú con los hombres del canal, incluso con el presidente, interpretado nada más y nada menos que por Robert Duvall, no sólo por su belleza, sino porque tiene una mente absolutamente maquiavélica y está muy bien preparada. Pasa que tiene el pecho hueco, y eso la hace tan buena para los negocios como mala para relaciones humanas.
Holden es el corazón de la película, el equilibrio para la locura de Howard y la moral para la frialdad de Diane, aunque él también termina arrastrado en la espiral. Siempre fue un actor con una callada dignidad, un Morgan Freeman blanco, si me atrevo a hacer la comparación. Aquí está en constante lucha entre su conciencia y su corazón, queriendo serle fiel tanto a su amigo como a su trabajo como a la mujer de la que se enamoró –aunque no su esposa. Y no puedo dejar de mencionar a Ned Beatty, que tiene uno de los más impactantes cinco minutos en una película que ustedes se puedan imaginar.
Que una película de 38 años aún se sienta como algo actual es muestra del enorme talento que poseía Lumet, para lograr crear historias muy humanas a la vez que impactantes. Me alegra haber llenado ese punto ciego en mi historial. Dicho sea de paso, ¿me extrañaron?
NOTAS CURIOSAS
- Sidney Lumet tenía dudas sobre darle el papel de Howard Beale a Peter Finch, quien era australiano y con un grueso acento, hasta que éste le envió una cinta leyendo The New York Times con un perfecto acento estadounidense.
- Henry Fonda (quien trabajó con Lumet en su debut, 12 Angry Men), rechazó el papel de Howard Beale, pues lo consideraba “demasiado histérico”. Igualmente pasó con Glenn Ford y George C. Scott (y no quiero imaginarme lo aterrorizante que hubiera sido con él en el papel). William Holden también lo rechazó, pero terminó estando en el otro papel protagónico.
- Hasta ahora, esta es la.única de dos películas que han ganado tres Oscar por actuación (Peter Finch como principal, Faye Duanway como actriz principal y Beatrice Straight como la esposa de Max Schumacher). (La otra es Un Tranvía Llamado Deseo.). En total recibió 10 nominaciones, además de ganar como Mejor Guión para Paddy Chayevsky. Los otros fueron para William Holden como principal, Ned Beatty de reparto, Mejor Fotografía, Mejor Dirección y Mejor Película, que terminó perdiendo ante Rocky, algo que a Lumet le siguió doliendo toda la vida.
- Hablando de Beatrice Straight, ella tiene el récord para la actuación más breve en recibir un Oscar, pues aparece en la película un gran total de 340 segundos, poco menos de seis minutos. El segundo lugar, cuando Judi Dench ganó por su retrato de la reina Isabel en Shakespeare In Love, dura unos ocho minutos.}
- Como ya dije, Peter Finch se ganó el primer Óscar póstumo gracias a su papel aquí. Habrían de pasar 33 años antes del segundo: Heath Ledger por su papel del Guasón en The Dark Knight.
- El famoso discurso de Howard Beale tuvo que ser filmado en dos tomas: a mitad de la primera toma, Peter Finch tuvo que detenerse exhausto. Lumet no sabía de su corazón fallido, pero no pidió una tercera toma. Lo que se ve es la segunda toma de la primera parte y la primera toma de la segunda parte.
Y por supuesto, no lo puedo dejar sin que vean la famosa escena.
Plasma de Miércoles E90: Network (1976)
2013-05-29T12:58:00-04:30
Juan Carlo Rodriguez
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