Wall·E: De planetas, ecología y un robotito

domingo, agosto 10, 2008 |

Hay que admirar el tino de Pixar. Nos ha traído tantos clásicos como su socio Disney en la mitad de años. Y con Wall·E, Pixar ha logrado una pieza tan hermosa, tanto en lo visual como en lo escrito, que no dudo que se ha anotado un lugar tanto en la animación como en la ciencia ficción.

La historia (que su director Andrew Stanton tenía en mente aún antes de
Toy Story) sigue a un pequeño robot de limpieza llamado Wall-E (siglas en inglés de Levanta-Carga Recoje Basura, Clase Tierra), que es el único que no fue apagado después que los humanos abandonaran la Tierra hace 700 años. ¿No se aburrirían ustedes mortalmente? En todo ese tiempo, Wall-E desarrolló una personalidad curiosa y sentimental, al punto que todos los días, mientras colecciona pequeños objetos que consigue entre la enorme cantidad de basura, se entretiene viendo el musical Hello Dolly! y sintiéndose bastante solo.

Un d
ía, una nave deja a un robot explorador llamado EVA en la Tierra para averiguar si el planeta aún tiene vida, y Wall-E consigue una amiga. Pero EVA además descubre que Wall-E ha tropezado con el secreto que permitirá a los humanos regresar a casa, y corre de vuelta a donde la enviaron --la nave Axiom, un crucero que se suponía estaría volando por cinco años mientras la Tierra era limpiada por la corporación que la ensució en el primer lugar, Buy 'N' Large. Claro, después de un tiempo, era tal el nivel de contaminación que se decidió que no se regresaría, y ahora los humanos han perdido mucha masa ósea y viven transportados por sillas voladoras y atendidos por robots, y hablan entre sí por videoconferencia, aún al lado de ellos. (Como alguien que ha visto a la gente hablar por celular en mismo rstaurant, no me costó mucho imaginar este futuro).

Buy 'N' Large se apoderó de todos los aspectos económicos de la Tierra, Presidencia incluída, y arruinó al mundo. Ya ahí
Wall·E tiene una fuerte crítica a las corporacions grandes (como Disney) pero en ningún momento suena a condescendencia. Total, ¿cómo puede haber condescendencia de una película casi carente de diálogo tradicional? Wall·E ha sido comparada con algunas de las mejores películas silentes de antaño, junto con y es asombroso el alcance de la animación que le da tanta vida a un robot, que es a veces tan "cute" que empalaga.

No es perfecta, eso sí; yo aún no he visto película perfecta y dudo que la haya. Quizá exagere en ciertas zonas en que hacen a Wall-E como que deliberadamente tierno, y hay momentos en que se vuelve tedioso oir a los dos robotitos llamarse el uno al otro con sus vocecitas electrónicas (algo que mi novia detestó después de una media hora). Pero me parece que son detallitos. Como dice Roger Ebert, más que espectáculo (que lo tiene, en una animación absolutamente hermosa), Wall·E nos ofrece ideas, que piense en muchas cosas en la que la tecnología nos está convirtiendo. Pero como ya dije, no hay condescendencia, hay conversación con la audiencia. Presenta sus ideas, y deja que el público decida. Nada mal para un robotito que tiene un vocabulario muy limitado.


Esta película nos ofrece otro abreboca muy sabroso antes de que arranque como tal, en el corto Presto. Es quizá lo más cerca que Pixar ha logrado capturar el espíritu de Looney Tunes, con la historia de un mago y su hambriento conejito. Este se convirtió en uno de mis nuevos favoritos de Pixar; de verdad les recomiendo llegar temprano y disfrutarlo, como estoy seguro disfrutarámn aún más Wall·E.

Mientras tanto, en Internet...

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