Es duro ser cinéfilo
lunes, diciembre 01, 2008 |
Ya va para dos meses. Cada día, entro para ver si la desgracia continúa, si el mensaje ha cambiado. Nope. Sigue allí. "Forbidden 404. You don't have permission to access this server." Triste pero cierto; la página de celuloide.net continua caída. Ni una explicación, ni una esperanza. No hay respuesta en los teléfonos que tengo, y bueno, un correo no ha sido contestado aún. Por todo lo que se, en efecto la empresa, o cerró, o está en proceso de reestructuración tan intenso que les tomará un buen tiempo recuperarse. Ni siquiera pude decir adiós. (UPDATE: Un correo de su fundadora me confirma mis temores.)
En un país dominado por la piratería, es bien difícil ser cinéfilo. Para las pocas compañías que viven del alquiler de películas duras de encontrar (celuloide.net, for example), el negocio es duro. El mercado de gente que busca una alternativa al cine comercial es lo suficientemente reducido como para que la gente de la cadena Gran Cine no tenga una amplia representación. Y aún para los que quieren simplemente alquilar, sea lo que sea, el panorama es gris y oscureciéndose. El correo de la fundadora de celuloide.net me dice que no sólo el mercado de gente que apreciamos material original es muy reducido, sino que no hay distribuidores locales que tengan la clase de películas que alquilaban. Y ni modo que pudieran seguir importando en dólares, qué con el control de cambio y lo ya mencionado que no está siendo rentable. (Si algún día decidieran o pudieran volver, seguirán contando con todo mi apoyo.)
¿Y los grandes? Video Color Yamín finalmente cerró el último de los locales de su gran cadena de tiendas a principios de año, tanto de alquiler de películas como de video juegos. Recuerdo que en su mejor época, yo siempre hacía una cola para alquilar películas en el Blockbuster de Santa Fe aquí en Caracas, o el de Colinas de Bello Monte. La última vez que fui —la semana antepasada— yo era el único que estaba. Y no que la selección fuera de la mejor. El de Las Mercedes, uno de los más grandes, cerró hace un mes, más o menos. Leí que la situación es la misma para todos los locales excepto el de Los Palos Grandes, que aún es grande y siempre tiene una cantidad decente de gente buscando películas. Y si de comprar películas se trata, aún peor. Si yo veo una película que medio valga la pena en un Blockbuster, hay que llevarla así sea endeudándose. El 97% de esas películas son de esas que nadie quiere volver a ver, amén que en muchos casos son usadas. La tienda de Cines Unidos sigue siendo una buena alternativa, hasta un punto, pues tampoco es que su oferta sea la más variada.
Ah pero mientras tanto, en otro lado de Ciudad Gótica…
A una cuadra de mi casa, José el kiosquero hace su agosto con películas pirata de toda índole. De cada cinco que le llegan a comprar periódicos o revistas, al menos uno o dos le llegan comprándole uno de los títulos más recientes. El puesto de películas del mercado de "buhoneros de alta clase" de La Guairita —o más bien, los puestos, pues hay como siete— también tienen su público. Sabana Grande, el Centro, la Universidad Central, hasta algunos de los centros comerciales más chic de la capital (como son Plaza las Américas y el Sambil), tienen su puesto de cine pirata. Y yo negado —y seguiré negado— a dar un centavo a esta causa.
Juro que no voy a decir lo que sigue con ningún desprecio. En la naturaleza, los especialistas dividen a los depredadores en dos clases, oportunistas y especialistas. Los especialistas son animales que han evolucionado junto a su presa o ambiente, al punto que su futuro depende directamente de su presa. Un ejemplo es el oso panda gigante, querido por casi todos. Se ha adaptado a alimentarse casi exclusivamente de bambú, un alimento tan poco nutritivo que debe pasar al menos doce de las 18 horas que permanece despierto comiendo. Igualmente es el guepardo o chita, el animal terrestre más rápido del mundo, tan bien adaptado a la velocidad que sacrificó masa muscular y tamaño, lo que le impide defender su presa de animales más grandes, como leones o hienas. Los oportunistas, en cambio, no se adaptan a una sola situación, sino que buscan aprovechar lo que el ambiente les ofrece y se acomodan a lo que hay. Ejemplos: el mapache, el zorro, el coyote y la rata. ¿Notan la diferencia? Asústense el día en que la rata esté en la lista de animales en peligro de extinción. (O celébrenlo, si son como la mayoría.)
En el mundo del entretenimiento, los cinéfilos —en el sentido estricto de la palabra— somos los especialistas, los que tomamos el cine en el aspecto global de entretenimiento y arte y no sólo como una salida ocasional. Somos los que compramos los DVD's de edición especial, los que escuchamos la pista de comentarios, vemos todos los extra. Somos los que nos calamos toda la ceremonia del Oscar para ver si acertamos nuestras predicciones (y muchas veces fallamos) y discutimos una crítica negativa a nuestra película favorita, o abrimos un blog para siempre escribir la nuestra. Somos los que tratamos de convencer a nuestras parejas de ver esa película extranjera que nadie quiso ver. Somos los que pasamos horas en un Blockbuster con tal de no ver la que todo el mundo vio (que ya nosotros vimos, eso sí), o celebramos que haya una página web que te lleva las películas hasta ti casa u oficina. Somos especialistas y temblaría de pesar que la única alternativa para ver una buena película con todos sus extras —tener la experiencia completa— sería sólo posible comprando la película afuera. Peor aún, que empecemos a perder cines. Eso dudo que suceda, pero, ¿recuerdan cuando hice el análisis de la película más taquillera? Titanic perdía de calle con Lo Que El Viento Se Llevó porque la ida al cine era muchísimo más elevado hace cuarenta años. Tenía menos competencia. ¿Cómo hacemos nosotros, los especialistas, en un mundo en el que los oportunistas son los que marcan la pauta?
Pues lo mismo que están tratando de hacer todas las especies: adaptarnos. Ya veré cómo hacemos. Una cosa es cierta, y la ratifico como lo hice una vez:
NO A LA PIRATERÍA.