Wrath of the Titans: Una de rollos de familias y titanes
viernes, abril 06, 2012 | Etiquetas: 2012, cartelera, cine de acción, opciones de cine |
La última Furia de Titanes sólo hizo tres cosas bien: ratificó que Sam Worthington tiene el mejor agente del mundo, hizo que apreciáramos más la película original de 1982 y todo el arte de Ray Harryhausen y demostró que qué importa que sea una porquería de 3D y un desastre de historia y peleas sin sentido, si recolectamos más de 330 millones de dólares a nivel mundial, hagámosle una secuela. Por fortuna, la secuela, Ira de Titanes, demostró ser un poco más divertida que la primera, pero sigue sin llegarle a la original.
Han pasado 10 años desde que Perseo (Sam Worthington) derrotó al Kraken, y ahora vive una vida tranquila con su hijo Helios (John Bell). Pero su mundo idílico corre peligro, pues la prisión del Tártaro, donde los dioses del Olimpo encerraron a su padre, el titán Cronos, se está derrumbando por la debilidad de los dioses, carentes de los rezos de los mortales. Peor aún, el rey de los dioses, Zeus (Liam Neeson) ha sido capturado por su hermano Hades (Ralph Fiennes), señor del inframundo, junto con su hijo, el dios de la guerra Ares (un tal Edgar Ramírez), quienes han hecho un pacto con Cronos: Con la ayuda de Agenor (Toby Kebell), el hijo mortal de Poseidón (Danny Houston), la reina guerrera Andrómeda (Rosamund Pike) y el dios caído Hefesto (Bill Nighy), Perseo debe viajar al Inframundo, liberar a Zeus y detener a Cronos de una vez, antes que el mundo de los hombres desaparezca para siempre.
La primera ventaja de la secuela sobre la primera es que las escenas de acción están mucho mejor compuestas, algo que nunca pensé decir del director Louis Letterier que ha dado escenas tan memorables como en cualquiera de El Transportador. Esta vez, la mano de Jonathan Liebesman (Battle: Los Angeles) encuadra cada escena con la suficiente rapidez y suspenso que el ritmo de la película nunca baja. El diseño de las criaturas también mejoró bastante: Cronos, un gigante de lava de 50 metros presenta una mayor amenaza que la tortuga gigante con tentáculos que parecía el Kraken, así como los demonios Makai y la increíble Quimera que arranca la película. Lo malo es que todas las escenas de acción no vienen acompañadas de una historia coherente o tiene demasiados clichés, y eso es culpa de los guionistas Dan Mazeau (primera vez, ahora encargado de escribir el guión para The Flash) y David Johnson (La Huérfana). (Punto en cuestión: “No abandonaré a mi hijo”; diez minutos después, “hijo, me tengo que ir”.)
También se nota que los actores no se lo tomaron tan mortalmente en serio esta vez, que era parte de lo que lo hacía tan divertido la primera vez: oír a Neeson bramar “¡Suelten al Kraken!” de manera tan autoritaria siempre sacaba una sonrisa. Lo que lo compensa es que ahora sí hay competentes actores dando una nota cómica. Kebell es cómico sin ser un payaso, y de verdad no podía creer que fuera el mismo de Rockanrolla, donde se veía tan serio y tan lleno de sí mismo; aquí su ocasional arrogancia se notaba que era para cubrir una pequeña inseguridad. Igualmente Nighy, que es de esos actores que hacen a una buena película genial y a una película mediocre buena con sólo mostrar su cara. Que un tipo con tanta clase pueda mostrarse convincentemente como un viejo confundido pero brillante y dé risa no por lástima sino de verdad… Pike, por su parte, no mejora a Alexa Davalos; tampoco empeora la verdad. Cualquiera pudo haber hecho ese papel; una gran actriz lo habría hecho memorable.
Imperdonable el hecho que una escena entre Neeson y Fiennes, dos de los mejores actores del momento, sea olvidable; esos dos se merecen una nueva Lista de Schindler en su futuro. Están cobrando cheques aquí; Neeson hace su usual grandilocuencia, y Fiennes simplemente se tiene que ver misterioso. Por otro lado, sí, chicos, Edgar se la come. Ustedes lo querrán mucho (y con razón) pero el hombre tiene una cara que se presta para el pleito, con sus ojos penetrantes y su presencia imponente. Es genial que nuestro gocho esté saliendo aquí en una producción que ha hecho relativamente bien en taquilla. Su próxima película con Katherine Bigelow y su recién anunciado trabajo con David Kelly lo van a seguir poniendo en el mapa, estoy seguro.
¿Worthington? Miren, el pana nació para ser héroe de acción, y no es tan mal actor como algunos quieren hacer creer. Pero es eso, un actor de acción. No se fue muy profundo en un drama auténtico, como fue Sólo Una Noche, pero le falta trabajar más en dramas para que pueda desarrollar el talento que pueda tener. Eso sí, su presencia en pantalla es innegable –excepto por ese ridículo peinado.
Da rabia que con tanto dinero a su disposición, muchos estudios se conformen con “sabes, lo que los meta al cine”. Pero Ira de Titanes al menos es lo bastante intensa para mantener al público entretenido y pendiente de qué va a pasar. No creo que haya una tercera, así que pendientes en 20 años cuando la vuelvan a hacer. Mientras, hay peores maneras de gastar los reales en el cine ahorita.
Han pasado 10 años desde que Perseo (Sam Worthington) derrotó al Kraken, y ahora vive una vida tranquila con su hijo Helios (John Bell). Pero su mundo idílico corre peligro, pues la prisión del Tártaro, donde los dioses del Olimpo encerraron a su padre, el titán Cronos, se está derrumbando por la debilidad de los dioses, carentes de los rezos de los mortales. Peor aún, el rey de los dioses, Zeus (Liam Neeson) ha sido capturado por su hermano Hades (Ralph Fiennes), señor del inframundo, junto con su hijo, el dios de la guerra Ares (un tal Edgar Ramírez), quienes han hecho un pacto con Cronos: Con la ayuda de Agenor (Toby Kebell), el hijo mortal de Poseidón (Danny Houston), la reina guerrera Andrómeda (Rosamund Pike) y el dios caído Hefesto (Bill Nighy), Perseo debe viajar al Inframundo, liberar a Zeus y detener a Cronos de una vez, antes que el mundo de los hombres desaparezca para siempre.
La primera ventaja de la secuela sobre la primera es que las escenas de acción están mucho mejor compuestas, algo que nunca pensé decir del director Louis Letterier que ha dado escenas tan memorables como en cualquiera de El Transportador. Esta vez, la mano de Jonathan Liebesman (Battle: Los Angeles) encuadra cada escena con la suficiente rapidez y suspenso que el ritmo de la película nunca baja. El diseño de las criaturas también mejoró bastante: Cronos, un gigante de lava de 50 metros presenta una mayor amenaza que la tortuga gigante con tentáculos que parecía el Kraken, así como los demonios Makai y la increíble Quimera que arranca la película. Lo malo es que todas las escenas de acción no vienen acompañadas de una historia coherente o tiene demasiados clichés, y eso es culpa de los guionistas Dan Mazeau (primera vez, ahora encargado de escribir el guión para The Flash) y David Johnson (La Huérfana). (Punto en cuestión: “No abandonaré a mi hijo”; diez minutos después, “hijo, me tengo que ir”.)
También se nota que los actores no se lo tomaron tan mortalmente en serio esta vez, que era parte de lo que lo hacía tan divertido la primera vez: oír a Neeson bramar “¡Suelten al Kraken!” de manera tan autoritaria siempre sacaba una sonrisa. Lo que lo compensa es que ahora sí hay competentes actores dando una nota cómica. Kebell es cómico sin ser un payaso, y de verdad no podía creer que fuera el mismo de Rockanrolla, donde se veía tan serio y tan lleno de sí mismo; aquí su ocasional arrogancia se notaba que era para cubrir una pequeña inseguridad. Igualmente Nighy, que es de esos actores que hacen a una buena película genial y a una película mediocre buena con sólo mostrar su cara. Que un tipo con tanta clase pueda mostrarse convincentemente como un viejo confundido pero brillante y dé risa no por lástima sino de verdad… Pike, por su parte, no mejora a Alexa Davalos; tampoco empeora la verdad. Cualquiera pudo haber hecho ese papel; una gran actriz lo habría hecho memorable.
Imperdonable el hecho que una escena entre Neeson y Fiennes, dos de los mejores actores del momento, sea olvidable; esos dos se merecen una nueva Lista de Schindler en su futuro. Están cobrando cheques aquí; Neeson hace su usual grandilocuencia, y Fiennes simplemente se tiene que ver misterioso. Por otro lado, sí, chicos, Edgar se la come. Ustedes lo querrán mucho (y con razón) pero el hombre tiene una cara que se presta para el pleito, con sus ojos penetrantes y su presencia imponente. Es genial que nuestro gocho esté saliendo aquí en una producción que ha hecho relativamente bien en taquilla. Su próxima película con Katherine Bigelow y su recién anunciado trabajo con David Kelly lo van a seguir poniendo en el mapa, estoy seguro.
¿Worthington? Miren, el pana nació para ser héroe de acción, y no es tan mal actor como algunos quieren hacer creer. Pero es eso, un actor de acción. No se fue muy profundo en un drama auténtico, como fue Sólo Una Noche, pero le falta trabajar más en dramas para que pueda desarrollar el talento que pueda tener. Eso sí, su presencia en pantalla es innegable –excepto por ese ridículo peinado.
Da rabia que con tanto dinero a su disposición, muchos estudios se conformen con “sabes, lo que los meta al cine”. Pero Ira de Titanes al menos es lo bastante intensa para mantener al público entretenido y pendiente de qué va a pasar. No creo que haya una tercera, así que pendientes en 20 años cuando la vuelvan a hacer. Mientras, hay peores maneras de gastar los reales en el cine ahorita.
Wrath of the Titans: Una de rollos de familias y titanes
2012-04-06T21:43:00-04:30
Juan Carlo Rodriguez
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