Total Recall: Nada para recordar
viernes, agosto 10, 2012 | Etiquetas: 2012, cartelera, ciencia ficción, cine de acción, remake, reseña |
Philip K. Dick es al cine de ciencia ficción lo que William Shakespeare es para las dramas y comedias: el hombre escribió tantos relatos que es irresistible tratar de no adaptar uno o varios de ellos. Y algunos se han convertido en clásicos, como Blade Runner, que salió de su novela Do Androids Dream of Electronic Sheep?, o Minority Report, del cuento del mismo nombre. También salieron A Scanner Darkly, The Adjustment Bureau, Next, Paycheck, Impostor y la que tiene el extraño honor de ser la única película ambientada en Marte que ha sido un éxito de taquilla: Total Recall.
Como casi todo lo que ha hecho Arnold Schwarzenegger, Total Recall (1990) tiene un lugar especial en mi corazón, más que nada porque respeta las intrigantes filosofías de Dick sobre la igualdad, el comercio y la búsqueda de la autosuperación –eso sí, con un guión y un final super simplificado-- ligadas con el carisma de Arnie y su imponente presencia. Fue un batacazo en taquilla, ganando cuatro veces su presupuesto, a pesar de sus fallas y su excesiva violencia, así que, ¿cómo resistirse a rehacerla?
La historia es esencialmente la misma, basada en el relato We Can Remember It For You Wholesale (pueden descargarlo aquí en inglés o leerlo aquí en español) con algunos cambios: Douglas Quaid (Colin Farrell) es un obrero en una fábrica de policía sintética en 2084 donde la Tierra fue devastada por una guerra entre potencias que dejó el aire completamente tóxico. Sólo quedan dos países, la sobrepoblada Colonia de Nueva Shangai, donde Doug vive, y la Federación Británica Unida, donde trabaja (ambas conectadas por un ascensor que atraviesa el centro de la Tierra). Ambas ciudades tienen conflictos políticos, y hay un grupo secesionista llamado La Resistencia dirigido por un hombre llamado Mathias (Bill Nighy) que clama independencia. El hombre tiene inquietantes sueños sobre agentes secretos y una mujer (Jessica Biel) que lo ayuda a hacer algo importante, pero no recuerda qué, además de vacaciones a Marte. Su esposa Lori (Kate Beckinsale) le insiste que se olvide de eso y siga su vida, pero como buen héroe de película, Doug no quiere. Así que acude a Rekall, una empresa que ofrece implantar recuerdos reales sobre cualquier fantasía que sus clientes tengan. Al acudir ahí, algo se activa en su cerebro, y cuando se da cuenta, Lori está tratando de matarlo, y hasta el canciller de la FBU, Cohaagen (Bryan Cranston) lo quiere capturar. Corre, Doug, corre.
Hay peores cosas en las que pueden pasar dos horas que ver Total Recall, y con eso quiero decir que, mientras no me aburrí en ningún momento, empecé a olvidarla casi tan pronto como rodaron los créditos. Las diferencias van más allá del cambio de locación de Marte a la Tierra y el actor principal, amén de la principal trama; lo más grande que las distingue es el tono.
Paul Verhoeven, quien dirigió la original, era el rey de lo absurdo, como su otra locura de ciencia ficción, Starship Troopers, demuestra, y no sólo estaba consciente de ello, sino que lo explotaba. La primera TR era una locura que te divertía, y todos los involucrados lo sabían. Había humor en cada minuto, y Arnold estaba en todo el centro asegurándose que nadie se lo tomara en serio.
La nueva versión, en cambio, se lo toma todo mortalmente en serio, y es fría como una bala, fiel al estilo de Len Wiseman, él que nos dio la serie Underworld. Aquí la idea no es entretenernos sino emocionarnos, angustiarnos, algo que mientras admito que hace muy bien –una persecución de carros es el punto alto— me hizo comparar un encuentro con una puta versus una cita con alguien que de verdad te interesa: el resultado es el mismo, pero en la primera no hay ninguna conexión.
Biel no es muy buena actriz, pero logra trabajar con su limitado repertorio como mejor puede y sí es una efectiva presencia gracias a lo hermosa que es y lo físicamente adepta. Igual va para Beckinsale, quien debe tratar o muy bien o muy mal a Wiseman, su esposo en la vida real, pues en todas las películas suyas que ella protagoniza es una demonia peleando. No mencionaré mucho a Nighy o Cranston, dos extraordinarios actores que aquí evidentemente sólo están por los reales; qué desperdicio de talento.
Por último, Farrell es mejor actor que Arnie, sin duda alguna, pero el ex Governaitor le lleva una morena en carisma y comicidad. No suelta un diálogo memorable, y parece permanentemente confundido, incluso asustado por lo que le está pasando, aún cuando decide que está bien, vamos a echarle pichón. También, obviamente, es menos una presencia imponente, teniendo que recurrir más a sutilezas y a velocidad de movimiento. Definitivamente al hombre no pega una, y no es mal actor. Perdónenle Daredevil y vean más In Bruges para que vean que el tipo sabe actuar (de hecho, si son suscriptores de Netflix, aquí la tienen).
En cuanto a adaptación, los tonos políticos que están dentro de la original van aún más en el guión de Kurt Wimmer (The Recruit, Equilibrium, Salt) y Mark Bomback (Live Free or De Hard, 24, la venidera The Wolverine), pero no son explorados con mucha profundidad y terminan sobresimplificando la trama. Y otra vez –mortalmente serios. Total Recall 2012 está para atraer gente a una sala con aire acondicionado –no para ser recordada.
Como casi todo lo que ha hecho Arnold Schwarzenegger, Total Recall (1990) tiene un lugar especial en mi corazón, más que nada porque respeta las intrigantes filosofías de Dick sobre la igualdad, el comercio y la búsqueda de la autosuperación –eso sí, con un guión y un final super simplificado-- ligadas con el carisma de Arnie y su imponente presencia. Fue un batacazo en taquilla, ganando cuatro veces su presupuesto, a pesar de sus fallas y su excesiva violencia, así que, ¿cómo resistirse a rehacerla?
La historia es esencialmente la misma, basada en el relato We Can Remember It For You Wholesale (pueden descargarlo aquí en inglés o leerlo aquí en español) con algunos cambios: Douglas Quaid (Colin Farrell) es un obrero en una fábrica de policía sintética en 2084 donde la Tierra fue devastada por una guerra entre potencias que dejó el aire completamente tóxico. Sólo quedan dos países, la sobrepoblada Colonia de Nueva Shangai, donde Doug vive, y la Federación Británica Unida, donde trabaja (ambas conectadas por un ascensor que atraviesa el centro de la Tierra). Ambas ciudades tienen conflictos políticos, y hay un grupo secesionista llamado La Resistencia dirigido por un hombre llamado Mathias (Bill Nighy) que clama independencia. El hombre tiene inquietantes sueños sobre agentes secretos y una mujer (Jessica Biel) que lo ayuda a hacer algo importante, pero no recuerda qué, además de vacaciones a Marte. Su esposa Lori (Kate Beckinsale) le insiste que se olvide de eso y siga su vida, pero como buen héroe de película, Doug no quiere. Así que acude a Rekall, una empresa que ofrece implantar recuerdos reales sobre cualquier fantasía que sus clientes tengan. Al acudir ahí, algo se activa en su cerebro, y cuando se da cuenta, Lori está tratando de matarlo, y hasta el canciller de la FBU, Cohaagen (Bryan Cranston) lo quiere capturar. Corre, Doug, corre.
Hay peores cosas en las que pueden pasar dos horas que ver Total Recall, y con eso quiero decir que, mientras no me aburrí en ningún momento, empecé a olvidarla casi tan pronto como rodaron los créditos. Las diferencias van más allá del cambio de locación de Marte a la Tierra y el actor principal, amén de la principal trama; lo más grande que las distingue es el tono.
Paul Verhoeven, quien dirigió la original, era el rey de lo absurdo, como su otra locura de ciencia ficción, Starship Troopers, demuestra, y no sólo estaba consciente de ello, sino que lo explotaba. La primera TR era una locura que te divertía, y todos los involucrados lo sabían. Había humor en cada minuto, y Arnold estaba en todo el centro asegurándose que nadie se lo tomara en serio.
La nueva versión, en cambio, se lo toma todo mortalmente en serio, y es fría como una bala, fiel al estilo de Len Wiseman, él que nos dio la serie Underworld. Aquí la idea no es entretenernos sino emocionarnos, angustiarnos, algo que mientras admito que hace muy bien –una persecución de carros es el punto alto— me hizo comparar un encuentro con una puta versus una cita con alguien que de verdad te interesa: el resultado es el mismo, pero en la primera no hay ninguna conexión.
Biel no es muy buena actriz, pero logra trabajar con su limitado repertorio como mejor puede y sí es una efectiva presencia gracias a lo hermosa que es y lo físicamente adepta. Igual va para Beckinsale, quien debe tratar o muy bien o muy mal a Wiseman, su esposo en la vida real, pues en todas las películas suyas que ella protagoniza es una demonia peleando. No mencionaré mucho a Nighy o Cranston, dos extraordinarios actores que aquí evidentemente sólo están por los reales; qué desperdicio de talento.
Por último, Farrell es mejor actor que Arnie, sin duda alguna, pero el ex Governaitor le lleva una morena en carisma y comicidad. No suelta un diálogo memorable, y parece permanentemente confundido, incluso asustado por lo que le está pasando, aún cuando decide que está bien, vamos a echarle pichón. También, obviamente, es menos una presencia imponente, teniendo que recurrir más a sutilezas y a velocidad de movimiento. Definitivamente al hombre no pega una, y no es mal actor. Perdónenle Daredevil y vean más In Bruges para que vean que el tipo sabe actuar (de hecho, si son suscriptores de Netflix, aquí la tienen).
En cuanto a adaptación, los tonos políticos que están dentro de la original van aún más en el guión de Kurt Wimmer (The Recruit, Equilibrium, Salt) y Mark Bomback (Live Free or De Hard, 24, la venidera The Wolverine), pero no son explorados con mucha profundidad y terminan sobresimplificando la trama. Y otra vez –mortalmente serios. Total Recall 2012 está para atraer gente a una sala con aire acondicionado –no para ser recordada.
Total Recall: Nada para recordar
2012-08-10T10:56:00-04:30
Juan Carlo Rodriguez
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