Schmidt (Hill) y Jenko (Channing Tatum) son dos
sobreentusiastas policías recién graduados que quieren dejar su huella en el
mundo. Son asignados a un viejo programa de policías encubiertos en un colegio
de la zona, donde hay una misteriosa droga haciendo estragos entre los
muchachos. Ambos tienen posiciones distintas sobre volver a clases: Jenko era
el chico “cool” y jodedor, que nunca estudió, mientras que Schmidt era el gallo
estudioso al que nunca nadie le paraba. Lo que no se esperaban es que ahora la escuela
es distinta a cuando ellos asistían. Que la risa empiece.
Yo no tenía casi ninguna expectativa con esta comedia, y terminé
gozando de lo lindo, más que nada porque en ningún momento se toma a sí misma
en serio. Los chistes a los “remakes” en general (un personaje dice “Estos
idiotas no tienen nada mejor que hacer que revivir algo olvidado”), muchas
burlas a clichés de películas de acción y un comiquísimo cameo al final se
juntan en las justas medidas y, aunque hay un pequeño bajón en el medio y una
escena tan absurda que no logra que lo disfrutemos, nunca se siente que estoy
perdiendo el tiempo.
Muchas de las risas vienen a una genuina química entre Hill
y Tatum. El primero, entrando a su etapa post-gordito, está en esencia haciendo
lo suyo, con un poquito de inseguridades lanzadas en su dirección. Tatum otra
vez me vuelve a sorprender con sus habilidades de comedia. Este pana, con todo
y su tamañote, no sirve para dramas ni para películas de acción; que aproveche
su posición de “papeao” y goce un mundo.
El elenco que los apoya va genial también. Dave Franco (sí,
es el hermano de James) es el gran sifrinito que dirige la banda cool de la
escuela, y tiene una mezcla de confianza y
estoy-a-punto-de-quebrar-bajo-presión que lo hace bastante bien. Brie Larson
interpreta a una chama de libre espíritu que estaba dirigido a Emma Stone y se
nota: de lengua rápida, auténtica y facilita para reír. Ice Cube es un cliché
como el furioso capitán negro –y lo sabe, lo que de alguna forma lo hace funcionar.
Y Rob Riggle como el entrenador siempre es divertido.
Este es un remake que bien valió la pena, aún cuando nadie
lo pidió. No son risas fáciles (bueno, a veces sí lo son) y todo el tiempo los
involucrados saben que no tienen que poner la cara seria. Es más, se los digo
así: el cameo al final hace que todo valga la pena.
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