Plasma de Miércoles E85: Cyrus (2011)

miércoles, julio 13, 2011 |

cyrus_xlg ¿Han visitado el Centro de Arte Los Galpones? Es un agradable sitio al este de Caracas compuesto de varios pequeños… em… galpones, pues, dedicado a diversas expresiones artísticas. También ofrecen talleres de lo que se les ocurra, una hermosa librería con muchos libros difíciles de encontrar, y lo que más concierne a este blog, cine al aire libre los sábados a las 7 de la noche, con películas de cine independiente o de autor que la pantalla comercial ignora. En particular destaco el que hacen a principios de año con las películas del festival de Sundance del año anterior. En ese ciclo tuve la suerte de ver Cyrus.

Las cosas no es que se vean mal para John (John C. Reilly); es que se ven grises y tristes. Su vida social se fue a pique desde su divorcio con Jamie (Catherine Keener) hace siete años, aunque siguen siendo los mejores amigos. A insistencia de Jamie, John acepta ir a una fiesta, donde conoce a Molly (Marisa Tomei), y por alguna razón congenian de inmediato, aunque él se compare con Shrek y ella es, sabes, Marisa Tomei. (Recuerdo con cariño a George Constanza.) Por alguna razón, ella no se atreve a llevar la cosa más allá, así que John la sigue hasta su casa, y descubre la causa: su hijo de 21 años, Cyrus (Jonah Hill), un intenso músico de new age y fuertemente protctor de su madre. De hecho, la relación que tienen va de lo demasiado protectorahasta la tipo “oye sólo les falta tener relaciones”. Y ahora el “adorable perdedor” tiene un conflicto que resolver si quiere quedarse con la mujer de sus sueños.

La película es dirigida por Mark y Jay Duplass, una pareja de hermanos que se consideran los creadores del género de películas independientes llamado “mumblecore”, caracterizado por un guión casi 100% improvisado. Cyurus no es la excepción, y el sentido casi documental que hace el trabajo de cámara contribuye a lo real que se sienten esos personajes. Aunque tienen momentos bien graciosos, en especial los momentos incómodos entre John y Cyrus, hay una dulzura inherente en toda la historia que incluso el insufrible hijo termina simpatizando con todo el mundo.

Hill es su personaje usual: disimula ser muy educado, pero tiene instanets bien oscuros hasta incómodos, y a pesar de su tamaño sí es capaz de creerse que es hijo de Tomei. Quien, por cierto, toma su incremento en edad con un estilo bien elegante, sin mencionar que es absolutamente encantadora. Y Reilly demuestra por qué un tipo tan cómico puede de paso ser nominado al Oscar; tanto él como HIll se nota que están bien cómodos improvisando. Los tres tienen una química muy creíble, pero ver a Reilly y a Hill batallar verbal y (una vez) físicamente es el verdadero premio. Y nunca podemos ignorar a la Keener; esa mujer es lo mejor que tiene el cine independiente gringo hoy en día. Al final de paso hay un simpático mensaje de amor y ternura que uno no espera de una comedia con uno de los discípulos de Judd Apatow, que no cede a facilismos ni a chistes de flatulencias para ahcerte reír, y con uno de los romances menos convencionales pero más creíbles que yo haya visto.

Si después de Cyrus les quedan más ganas de ver “mumblecore” –sé que amí sí— ver cualquier película de los Duplass les bastará. Humpday fue su más apreciada antes de Cyrus, y The Puffy Chair fue una querida de Sundance de 2005.

Y si les entusiasma ver el cine al aire libre de Los Galpones (y su local hermano, el Parque Cultural Hacienda La Trinidad), pueden revisar la programación en Cinema Garage, quienes son los que se encargan de hacer los ciclos mensuales. Entrada gratis, por cierto.

Mientras tanto, en Internet...

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